Nunca entendí por qué mis relaciones nunca funcionaban o duraban menos tiempo del que yo esperaba. Solía conocer chicos en la universidad o en los lugares que frecuentaba, pero nada daba resultado, siempre me encontraba con la angustia de una relación que fracasaba una y otra vez.
Mis amigos ya me comentaban que tenía que dejar de salir con los mismos chicos de siempre y comenzar a vivir nuevas experiencias, pero yo no hacía caso. Pasé por una ruptura realmente mala y estaba completamente cerrada a cualquier tipo de relación. Tenía una herida que no sabía cómo sanar. Fue una ruptura de aquellas de las que piensas que nunca saldrás. Perdí la confianza en todos los hombres. Necesitaba probar nuevas experiencias y conocer gente nueva. Así que decidí viajar.
Antes de marcharme, mis amigas me recomendaron instalar una aplicación en mi teléfono a través de la cual podría conocer gente de cualquier lugar del mundo. La idea me parecía un poco ilógica, pero decidí probar a conocer gente de los lugares que iba a visitar.
Hice match con varios chicos y me invitaron a planes demasiado entretenidos en distintas ciudades. Durante mi viaje, estuve varios meses saliendo sin parar con diferentes personas y en varios países. Lo pasé demasiado bien. Así fue como, poco a poco, fui cerrando mi herida. Sin embargo, no fue hasta que él me habló que todo cambió. No sé lo que fue, pero algo me hizo responderle de inmediato y concretar una cita con él. Acto seguido, él aceptó y coordinamos un día para vernos cuando yo visitase su ciudad. Desde ese momento, comenzamos a hablar todos los días.
Cuando llegó la cita mis nervios ya eran incontrolables. “¿Qué hago aquí?”, me pregunté un millón de veces. Sabía que en un par de semanas más terminaría mi viaje y que este no era un chico cualquiera para mí. Las horas que estuve con él se transformaron en segundos, me di cuenta de que teníamos muchísimo en común y la química era increíble. Sentía como si lo conociera desde hace años. Por fin acepté que, aunque mi dolor por mi ruptura anterior era completamente normal, era hora de abrir mi corazón de nuevo. Y era con él. El problema era que mi viaje terminaba.
Me encantaba pasar tiempo con él y cada vez más me daba cuenta de que teníamos muchas cosas en común. Las risas abundaban, las conversaciones eran eternas y las caricias eran increíblemente reconfortantes. Pero tenían fecha de caducidad. Mi viaje estaba llegando a su fin.
Cuando me marché, seguimos hablando todos los días. Lo extrañaba, y sabía que él también me echaba de menos. Empezamos a viajar para reencontrarnos una vez al mes. Recuperé la ilusión. Me enamoré de él de la misma manera en la que te quedas dormida: despacio y después de una sola vez.
El amor entre nosotros se hizo cada vez más grande y el solía demostrármelo cada día, agradeciéndome por haberle respondido ese tímido mensaje que me envió por la red social en la que yo antes no creía y que, sin embargo, hoy había traído a mi vida a mi chico especial.
Es por eso que, si estás pasando por una ruptura, te recomiendo que te abras a nuevas experiencias y que no te cierres a conocer gente nueva. Sé que parece fácil decirlo, pero en verdad el chico para ti puede estar donde menos te lo esperas.
Te lo aseguro.
¿Te animas? Prueba y verás.