Cuando el mundo se volvió de color naranja por obra y gracia de Taylor Swift

Taylor Swift es un mastodonte en la industria musical. Rompe récords inimaginables, no encuentra competencia cada vez que lanza un nuevo proyecto y se mueve a su propio ritmo. En apenas dos décadas, ha construido un prolífico catálogo de doce álbumes y cuatro regrabaciones, y su éxito le da la libertad de experimentar junto a sus seguidores, convirtiendo cada lanzamiento en un juego participativo: múltiples variantes coleccionables de sus discos, cuentas atrás que revelan pistas y acertijos que desafían a sus fans forman parte de esta táctica. Con todo ello, hace que sea imposible olvidarla y consigue que la industria se rinda ante su poder. Aunque si hay algo que la de Pensilvania maneja como nadie, además de reventar los preceptos de la música, son los colores. Cada era ha tenido su tono, su identidad cromática (de hecho, le dedicó un álbum entero al rojo allá por 2012 con Red), y cuando parecía que ya no le quedaba más por explorar, apareció con el naranja, el que es quizá el más potente de todos.

“Siempre me ha gustado [el naranja], Jason. Se siente energéticamente como ha sido mi vida. Este álbum trata sobre lo que estaba pasando detrás de escena en mi vida interior durante esta gira, que fue exuberante, eléctrica y vibrante”, le confesó Swift a su pareja, el jugador de fútbol americano Travis Kelce, cuando este le preguntó en su pódcast acerca de por qué había elegido esta variante cromática para The Life of a Showgirl. Y fue suficiente mostrar la portada del disco –una imagen de ella en una bañera con unas grandes letras mayúsculas con purpurina– para que el mundo comenzara a prepararse para lo que se venía. Porque si Taylor dice que su nueva era es naranja, el mundo se vuelve naranja con ella.

El nombre concreto del color elegido también tiene un matiz personal. La descripción de la versión estándar del disco lo define en su propia página web como Portofino Orange Glitter, referenciando claramente a la localidad italiana, famosa por sus coloridos edificios, y en la que Taylor y Travis veranearon el año pasado. ¿Coincidencia? No lo creo. Tal vez, además de que era el único color que le quedaba sin explorar, este pasaje estival le podría haber ayudado a definir todo el concepto.

Desde que la cantante revelara esta portada el pasado 12 de agosto, marcas como Glossier, Tarte, Sol de Janeiro, Dunkin’ Donuts, M&M’s, Crumbl Cookies, Canva o Duolingo se han ido sumando al tono, mientras que el mítico Empire State Building también se iluminaba de naranja y las swifties aceleraban las búsquedas de ropa y accesorios de este color para estar preparadas para el día de su estreno. Por otro lado, cuando buscas su nombre en TikTok y en Google, una ola de confeti anaranjado celebra tu rastreo en la pantalla, e incluso Apple Music y Spotify están ya aliados a la artista para ofrecer una experiencia completa, con animaciones que incrementan el hype desde sus aplicaciones de escucha. La conclusión tras analizar cada uno de estos movimientos es siempre la misma: Taylor Swift no lanza álbumes, crea fenómenos a nivel global.

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Sáb Ago 23 , 2025
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