Cuando hago así las comidas y las cenas me siento más saciada
Creo que es una de las recomendaciones que he oído con más frecuencia cuando he pedido a nutricionistas y médicos que me dieran recomendaciones para comer mejor y sentir menos hinchazón (y una de las que más me cuesta aplicar pese a ser consciente de sus bondades siempre que la cumplo). Me refiero a parar a comer para hacerlo de forma consciente, sin la pantalla del ordenador de por medio o sin tener el móvil al lado haciendo un scroll infinito en Instagram que no me lleva a ninguna parte (bueno sí, a la de comer sin prestar atención y de más). Reconozco que no siempre la cumplo –me resulta difícil sobre todo a mediodía durante la jornada laboral, cuando entro en ese bucle en el que olvido que por parar 20 minutos no pasaría absolutamente NADA–. Pero cuando consigo tomarme unos minutos para hacerlo, alejada del portátil, disfrutando de una conversación con mis compañeros, consigo saciarme antes, sentirte menos hinchada y no tener hambre a la media hora de haber comido. Porque mastico bien (no hace falta cumplir con esas 30 veces que dicen algunos expertos, pero es necesario tragar cuando el alimento está triturado); presto atención a lo que como y lo hago a la velocidad correcta sin sentir esa aceleración e hiperestimulación que provocan los dispositivos electrónicos, las redes sociales o esa autoexigencia de tener que seguir trabajando durante la comida para producir más. Y no, no es solo una sensación, sino una realidad constatada por estudios varios y expertos en la materia que inciden en la importancia de parar para comer para evitar ingerir caloría de más y respetar los tiempos que tarda el cerebro en recibir la señal de saciedad.
Respetar los tiempos para sentirnos saciados
Lo experimento siempre: cuando como delante de ordenador, al haber estado dividendo mi atención entre lo que ingiero y las tareas de mi pantalla, me encuentro con el plato vacío y sin sensación de haberme satisfecho, lo que suele derivar en una bajada a la máquina de vending, un café cargado de azúcar de más o una sensación de hambre que termina en una merienda adelantada (y poco saludable) a la hora de haber comido. Y todo ello se produce por no haber respetado los tiempos que necesita nuestro cerebro para recibir la sensación de saciedad. Así me lo explicó la nutricionista Gala Freixer. “La forma que tiene nuestro estómago de comunicarle al cerebro que nos estamos llenando y que no necesitamos seguir comiendo, es mediante la liberación de determinadas hormonas. Este proceso puede variar un poco en función de cada persona y de la comida ingerida, pero no se da de forma inmediata una vez empezamos a comer, sino que las señales de saciedad suelen tardar unos 20-30 minutos en llegar a nuestro cerebro. Es por esta razón que se ha observado que si detenemos la ingesta de alimentos antes de sentirnos totalmente saciados, comemos lentamente y masticamos bien los alimentos, damos tiempo a que esas señales lleguen al cerebro”. Y claro, parar antes de esa señal es mucho más difícil cuando hay una pantalla de por medio.
Comer delante del ordenador puede provocar incremento de peso
No lo digo yo (aunque podría decirlo a juzgar por mi comportamiento cada vez que lo hago). Hay diversos estudios que han cuantificado este hecho y que confirman que comer delante del ordenador, engorda. Por ejemplo, desde el Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Madrid indican que puede “hacer que comamos más cantidad de alimentos de manera inconsciente y sin prestar atención ni a lo que comemos ni a la cantidad que se ingiere”. Además, tal y como se desprende de un estudio realizado por la Unidad de Nutrición y Comportamiento de la Universidad de Bristol, al no prestar atención a la comida es muy posible que comamos incluso sin tener hambre, lo que conlleva a un aumento de peso. De hecho, este estudio llevado a cabo entre 44 hombres y mujeres, concluyó que las personas que comían delante del ordenador ingirieron mas dulces después de la comida, en comparación con quienes lo hacían sin distracciones. Y esto podía llegar a sumar 250 calorías de más en cada comida.
Además, otro estudio reciente, Screen Time Use and Ultra-Processed Food Consumption in Adolescents: A Focus Group Qualitative Study, liderado por Mònica Rodríguez-Barniol, investigadora de Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), confirma que comer delante de las pantallas, sobre todo en el caso de los adolescentes, conlleva también un mayor consumo de alimentos procesados, por lo que recomiendan con fervor recuperar esa sana costumbre de comer en familia y sin televisiones de por medio. Y doy fe, lo hago cada noche en casa y es de lo mejor para cuerpo y mente.
También ocasiona hinchazón abdominal (y malas digestiones)
Tal y como me explicó en cierta ocasión Paz Torralba, alma mater de The Beauty Concept, “la hinchazón se produce por gases y uno de los motivos que los provoca es comer sin horario, deprisa y sin masticar”. De hecho, levantarse sin inflamación abdominal por la mañana y que vaya apareciendo y yendo in crescendo durante el día –ya lo dijo Khloé Kardashian, al referirse a la inflamación de ‘las dos de la tarde’ en uno de sus momentos virales– también tiene que ver con estos malos hábitos frente a la mesa (en este caso, la mesa del ordenador). Tal y como confirman los expertos de CODINMA, comer ante estos dispositivos puede causar problemas digestivos como la aerofagia (una ingesta excesiva de aire generada por comer rápido y no masticar bien, y que provoca hinchazón, eructos, gases o dolor) o digestiones más pesadas. Además de hacer que se nos olvide el paso fundamental con el que comienza la digestión: la masticación. Por tanto, nada mejor que parar, aunque sea 20 minutos, y dedicar tiempo a una función vital como es comer.