El caso de Beatriz Aguado también demuestra que cambiar de terreno de juego puede ser la mejor decisión profesional. Formada en Periodismo, comenzó trabajando en comunicación, pero con el tiempo sintió la necesidad de ampliar su alcance. Hoy es directora de la asociación europea Fruits and Vegetables from Europe y trabaja en Bruselas liderando un sector con el que nunca antes había tenido contacto. “El cambio de rol fue de 180º. Aunque había gestionado cuentas previamente, nada tenía que ver con la dirección de una asociación europea, en otro país, con normativas completamente nuevas para mí y en un idioma que jamás había estudiado”, relata.
El salto de la directiva a un escenario tan diferente supuso enfrentarse a barreras internas y externas: “Sobre todo al principio, sentí el peso de ‘no ser suficiente’, ni por formación ni por experiencia. Lo gestiono escribiendo los pequeños logros que voy consiguiendo”. Pero más allá del trabajo de introspección que la impulsa cada día, el mayor reto fue adaptarse al ritmo frenético de su nueva industria. “Trabajar en el sector agrícola europeo implica estar en el centro de debates clave sobre producción, sostenibilidad y desperdicio alimentario. Es apasionante, pero también exigente”.
La transición profesional la llevó a una reflexión profunda sobre sus capacidades. “Disfrutar de lo que hago y seguir aprendiendo cada día es esencial para sentirme realizada. Cuando logras identificar aquello en lo que eres buena, todo empieza a encajar”, dice Aguado. “No sirve de nada quedarse atrapado en las decisiones del pasado, lo importante es seguir adelante con los recursos que tienes e ir mejorando continuamente”.
Las tres coinciden en un punto clave: el miedo al cambio nunca debería ser un freno para todas aquellas mujeres que, como ellas, hayan estudiado una disciplina y deseen incursionar en una completamente diferente. Pomies lo expresa de manera directa: “El valor que pueden aportar va más allá de su formación inicial. Cambiar de sector no significa empezar de cero, sino aprovechar las habilidades y la perspectiva única que ya tienen. La clave está en ser curiosas, aprender constantemente y rodearse de personas que las inspiren”.
Iglesias, por su parte, recomienda confiar en la propia capacidad de adaptación: “Es esencial identificar lo que ya sabemos hacer y adaptarlo al nuevo contexto. No todo son las aptitudes técnicas, las habilidades interpersonales también son muy importantes”. Beatriz, con una visión más pragmática, subraya que no hay que esperar el momento perfecto: “Al final, casi todo se puede aprender. Evidentemente, hay que tener siempre presente el contexto y la situación personal de cada una. Pero, si te ronda la idea de probar algo nuevo, ¿por qué no intentarlo?”.