‘Cuatro bodas y un funeral’.Cordon Press
“Richard Curtis había creado personajes muy realistas con los que la audiencia podía empatizar y eso lo veíamos en el rol de Charles, ese joven que se compromete porque siente que debe hacerlo, pero que no mira más”, destacó Newell. Si el largometraje es tan humano, es porque su guionista no dudo en escribir sobre lo que conocía. Cuando el propio Curtis se dio cuenta de que en apenas una década había asistido a más de ochenta bodas, recordó a una mujer que había conocido en una de estas celebraciones. La que posteriormente inspiraría el personaje de Carrie interpretado por Andie MacDowell, le invitó aquella ocasión a prolongar la noche, pero a diferencia de Charles (Hugh Grant), la falta de espontaneidad y quizás algo de miedo llevaron al guionista a rechazar la oferta de la otra invitada. Su arrepentimiento le llevó entonces a imaginar cual habría sido la segunda parte de esta historia, dando pie al nacimiento del guion de Cuatro bodas y un funeral.
El difícil casting.
La elección de los actores fue un camino impredecible y algo tortuoso. Ni Grant y MacDowell tendrían que haber acabado siendo la pareja protagonista, pero los designios de la vida a veces tienen otros planes. Antes de tan siquiera valorar la participación de Grant, los productores tenían ya una larga lista de setenta candidatos, de los cuales, solo tres acabaron siendo finalistas para la audición definitiva. Los favoritos eran Alex Jennings, Alan Rickman y por último Hugh Grant. A Curtis no le gustó en absoluto que Grant se tomara libertades con el guion cuando envió su primera grabación para el casting, además de tener dudas sobre el aspecto físico para el personaje que había imaginado. “Me preocupaba que fuera demasiado guapo, y yo era consciente de que el personaje era percibido como demasiado elegante”, confesaba el guionista. Finalmente, el productor y el director acabaron haciendo presión y se eligió a Grant para el papel. Una vez confirmado el personaje de Charles quedaba encontrar al rostro que daría vida a Carrie, por lo que los realizadores se desplazaron hasta Los Ángeles para buscar a una actriz estadounidense. Tras días de audiciones con nombres como los de Jennifer Jason Leigh y Mary Stuart Masterson acabaron optando por Marisa Tomei, quien en ese mismo año había ganado el Oscar por su rol en Mi primo Vinny. Pero cuando Tomei tenía todo cerrado para viajar a Inglaterra y dar comienzo al rodaje, una pérdida familiar la obligo a rechazar el papel en último momento, cediendo la oportunidad a una joven Andie MacDowell.
Si algo está claro, es que tanto la elección de los personajes como la propia historia y la producción, cubrieron las necesidades de una generación entera que se sentía espectadora de la felicidad fingida del resto sin llegar a creer en un verdadero final feliz para sí mismos. La torpeza de Charles y el pragmatismo de Carrie casi les separan de por vida, pero el final que Curtis pensó para ellos paró le reloj de la agenda matrimonial y supuso un atisbo de esperanza para aquellos que deseaban creer aún en las conexiones genuinas antes que en los compromisos estratégicamente convenientes y adecuados.
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