Ya se han entregado algunos de los galardones más significativos de esta 39ª edición de los premios Goya. El Goya honorífico, recibido por Aitana Sánchez -Gijón, ha sido uno de los más emotivos. Al recoger su premio, la actriz, muy emocionada, ha tenido palabras para personas importantes con las que ha trabajado, como Patricia Ferreira, una de las únicas cuatro directoras con las que ha trabajado de los 40 que la han dirigido en toda su vida, decía.
Sánchez -Gijón también ha tenido una mención para Marisa Paredes, a quien ha cambiado el sentido de una frase de ella que decía que no había que tener miedo a nada. En su lugar, ha dicho que sí, que hay “que tener miedo a los nuevos imperialismos y a las limpiezas étnicas”.
Pero quizás lo más emocionante ha sido el momento en el que Maribel Verdú, conductora de la gala de los Goya junto a Leonor Watling, ha entregado el cabezón a su amiga y compañera de juventud. Con los ojos llorosos de la emoción ha anunciado así el premio: “Te quiero porque eres luz y talento. Este Goya no te lo dan por lo que te yo te quiero o admiro. Es por lo que te quiere y admira la gente. Porque eres un espejo en el que nos gusta mirarnos. Llevas 40 años en la elite de un mundo en que resistir más de un rato es un completo milagro. Aitana, este para mí no es un Goya de Honor. Es un Goya de amor”.
Un poco antes, la actriz Laura Weissmahr se hacía con el premio a actriz revelación por Salve María. La protagonista del angustioso thriller sobre la maternidad ha subido al escenario muy emocionada. En su discurso, entre lágrimas, ha alcanzado a declararse privilegiada por haber formado parte de una película que invita a reflexionar: “Te da una patada en la entraña y para mí esa es la diferencia entre hacer películas y hacer arte. Esta peli demuestra que tus amigas son más listas que tus demonios; es la demostración de la magia que pueden crear dos amigas juntas”, ha dicho la gaditana.
