De Valentino a Givenchy: la carrera de las modelos ya no termina a los 30 y las últimas pasarelas lo demuestran

Con el auge del feminismo, la sociedad de la imagen se ha visto obligada a cambiar. A ésta pertenecen las industrias de la moda y la belleza. En ambas, en los últimos años, se ha planteado un fin del canon de belleza para dar paso a la diversidad. Un aspecto que, por supuesto, además de mostrar una pluralidad racial y corporal, alude a la edad. De las promesas de juventud eterna y los claims antiedad hemos pasado a mensajes saludables sobre aceptación y, especialmente, sensatos: todas nos haremos mayores algún día, y no pasa nada. En el metarrelato de la moda, ese que se divide entre lo que se proyecta al exterior y las entrañas, las modelos sirven de faro para entender el cambio social.

Que sus carreras terminaran a los treinta años era un reflejo de una realidad social que ponía fecha de caducidad a la belleza femenina; que, ahora, se revise esa obsolescencia es, también, signo de nuestros tiempos. Esta última temporada de pasarelas y, en especial, la semana de la moda parisina, es un ejemplo de esa conquista. Una tendencia que pudimos ver en Givenchy, de la mano del debut de Sarah Burton; en Vivienne Westwood, donde reconocimos el rostro de la española Guiomar Alfaro, o más recientemente, en Valentino, donde modelos que rondaban los 50 lucieron los diseños de Alessandro Michele. La confirmación definitiva de lo que ya habíamos augurado hace cinco años, cuando también en París desfilaron treintañeras como Doutzen Kroes o Erin Wasson, o compañeras de 40, como Liya Kebede, Amber Valletta, Carolyn Murphy o la española Esther Cañadas, que protagonizó un tan gran como inesperado comeback en Balmain.

De Valentino a Givenchy la carrera de las modelos ya no termina a los 30 y las últimas pasarelas lo demuestran

Peter White/Getty Images

Guiomar Alfaro para Vivivenne Westwood OI 20252026

Guiomar Alfaro para Vivivenne Westwood O/I 2025-2026Peter White/Getty Images

El latido de la época va de eso, de cerrar esas grietas acumuladas en el sistema heredado. Si ya las modelos de 30 irrumpían en los e-commerce hace casi siete años, y otras muchas ejercían de resistencia ante el boom de las instamodels pasando, literalmente, de Instagram, ahora, estamos ante una realidad que podría revolucionar la industria: las modelos podrán trabajar siempre que quieran. Pero, además, el subtexto es que podrán hacerlo sin tratar de ocultar el paso de la edad porque la belleza madura y natural –esas arrugas y líneas de expresión tan reales e históricamente tan denostadas– se valora, y se necesita. Se exige ese referente. Es más, vive un gran momento. Lo mismo sucede con las tallas. En pleno auge de las llamadas modelos in between que, son, en realidad, esa inmensa mayoría entre las tallas más pequeñas y las grandes, no tendrán que encajar en ningún molde. “Además, desde las agencias de modelos siempre hemos tenido en cuenta que la serenidad, autoestima y profesionalidad que tiene una modelo con experiencia nunca la tendrán, por lógica, las más jovencitas. Así que celebramos, sin duda, este giro de guión”, comenta un agente de modelos internacional para Vogue.es, que sigue: “Las marcas quieren transmitir seguridad eligiendo a modelos más maduras y, con ellas, proyectar la imagen de una mujer fuerte, que ya ha vivido mucho”.

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