¿Me tienen manía en la oficina?
No es la primera vez que hablamos de los sesgos cognitivos y de cómo nos condicionan de manera inconsciente. Se dice que hasta un 90% de nuestros comportamientos y decisiones vienen dadas por ese bagaje que hemos ido adquiriendo a lo largo de la vida, y cuyo objetivo es ofrecernos atajos a la hora de sacar conclusiones rápidas de lo que vemos, escuchamos y experimentamos. Sin embargo, a menudo nos llevan a presuponer demasiado, dando lugar a comportamientos erráticos y dañinos. Uno de los que más vemos en entornos laborales es el sesgo de confirmación, aquel que nos hace poner atención sólo en aquello que constata lo que ya creemos, pasando por alto las pruebas que lo contradicen. Si tenemos en cuenta que este es uno de los filtros mentales más habituales, ¿no crees que merece la pena detenerse a analizar si de verdad te tienen manía en la oficina (otra vez) o si es una trampa de tu cabeza?
La psicóloga Leticia Martín Enjuto explica cuando pensamos que nuestros compañeros no nos soportan, vamos a interpretar como hostilidad un gesto neutro, una respuesta rápida en un correo o incluso un silencio. Poco a poco, esa idea se va reforzando hasta parecer incuestionable y lo que sucede es que la realidad se distorsiona. “Dejamos de ver el conjunto y solo prestamos atención a los detalles que encajan con nuestra creencia de que los demás nos rechazan. Es como llevar puestas unas gafas que solo dejan pasar la parte negativa de la experiencia, lo cual nos atrapa en un círculo de sospecha y malestar”.
Por su parte, Francisco Rivera, psicólogo y Manager Clínico de Unobravo, advierte que el trabajo es un espacio cargado de expectativas, jerarquías y comparación, lo que crea el caldo de cultivo perfecto para que aparezca el sesgo de confirmación. “Si esto se mantiene, puede aumentar la ansiedad, el estrés e incluso el aislamiento. La persona entra en un bucle: cuanto más cree que no es aceptada, más se retrae, y al retraerse, más difícil se vuelve recibir señales positivas que rompan esa creencia”.
Cuando son los líderes quienes se ven influidos por el sesgo de confirmación, puede ser peligroso a la hora de gestionar equipos. “En estos casos el efecto se multiplica. Si un líder cree que un trabajador es poco fiable, es fácil que solo vea las ocasiones en las que llega tarde o comete errores, ignorando todo lo que hace bien. Esto no solo perjudica a la persona señalada, sino que genera desconfianza y malestar en todo el equipo”, arguye Rivera. Para evitarlo, sostiene que los líderes necesitan apoyarse en datos objetivos y buscar distintas perspectivas antes de tomar decisiones. “Escuchar activamente y fomentar la retroalimentación abierta son formas de no quedar atrapados en la visión limitada del sesgo. Ser conscientes de este filtro cognitivo no resta autoridad, al contrario, es un signo de madurez y responsabilidad en la gestión de personas”.