La RAE define la palabra pereza como ‘negligencia, tedio o descuido en las cosas a las que estamos obligados’, por lo que no es de extrañar pues que, en una sociedad que premia la cultura del esfuerzo y el trabajo, las personas perezosas arrastren consigo una mala fama de la que cuesta despojarse. Sobre todo porque algunos de los multimillonarios con más éxito del mundo son percibidos precisamente como lo contrario. El fundador de Virgin Group, Richard Branson, por ejemplo, ha declarado en alguna ocasión que se levanta a las cinco de la mañana todos los días. Responde correos electrónicos, desayuna con su familia, lee los periódicos, asiste a reuniones y practica deportes como el atletismo, el tenis o el kitesurf, ¡todo ello antes de irse a la cama a las once de la noche! Sin embargo, según un estudio publicado en el Journal of Health Psychology, en general, las personas que son menos activas físicamente tienden a ser más inteligentes que las personas que sí lo son.
Los investigadores incluso desarrollaron una descripción para la pereza: ‘necesidad de cognición’, la llaman. Las personas que tienen este rasgo buscan formas estructuradas y razonadas de ver el mundo, y a menudo sienten predilección por actividades que proporcionan una intensa estimulación mental. Además, parece que los adultos más perezosos no se aburren, dado que tienen un más alto coeficiente intelectual y, en consecuencia, pasan más tiempo explorando sus ideas y pensamientos. En cambio, los de coeficiente intelectual más bajo sí se aburrirían y por eso buscarían ocupar el tiempo con tareas diversas y actividad física.
Y aún más. Bill Gates cree que hay que contratar a vagos. Es célebre su frase ‘Siempre elijo a una persona perezosa para hacer un trabajo difícil, porque una persona perezosa encontrará una manera fácil de hacerlo’. Lo cierto es que se ha cuestionado que el fundador de Microsoft fuese el autor de esta afirmación, pero si la cita se sigue repitiendo puede ser porque haya algo de verdad en ella. Según esto podría ser que los perezosos fuesen pensadores estratégicos, capaces de encontrar atajos inteligentes, maneras de resolver problemas, ahorrar tiempo y aportar ideas innovadoras a la empresa, así que quizá, contratar a una persona perezosa no sea la peor idea después de todo. Eso sí, solamente si entendemos ‘hacer el vago’ de una forma constructiva, tanto a nivel profesional como humano.
“Es necesario aclarar qué entendemos por pereza. Si nos referimos a un estado en el que no cumples con tus obligaciones sencillamente porque no te apetece o porque te cuesta un esfuerzo, este tipo de pereza no solo no es necesaria, si no que es contraproducente porque va a dificultar que alcances tus objetivos profesionales. Pero a veces llamamos pereza al descanso reparador y necesario entre tarea y tarea”, apunta la coach y formadora María Fontal. “Utilizar el tiempo de descanso para socializar tomando un café con un compañero, darte un respiro realizando algún ejercicio de estiramiento o relajación para descontracturar el cuerpo o, simplemente aparcar por unos minutos ese problema que no sabes cómo resolver te ayudará a mejorar tu rendimiento. A este tipo de pereza me gusta llamarla ‘pereza activa’, y es imprescindible aplicar un cierto grado a nuestra actividad laboral”, dice la experta.
EL CAMINO MÁS DIFÍCIL NO ES NECESARIAMENTE EL MEJOR
Cuando el tiempo y el dinero son recursos finitos, el camino más difícil a menudo no es el mejor, ya que una solución más sencilla podría resolver el problema con mayor eficacia. Disfrutar de tiempo de ocio y de vacaciones o tomar el camino más obvio, no nos convierte automáticamente en personas más perezosas, sino en alguien que sabe priorizar y en trabajadores eficientes porque, como apunta Fontal, un buen descanso favorece una buena salud, reduce el estrés y, por lo tanto, incrementa la eficiencia y la productividad. Además, es habitual que cuando estamos relajados surjan ideas nuevas o se encuentren soluciones a problemas que, hasta ese momento, parecían imposibles de resolver. ¿Por qué tiene entonces tan mala prensa la pereza? Es cierto que los beneficios de la relajación mental también pueden obtenerse mientras se realiza una actividad física, como por ejemplo mientras damos un paseo por la naturaleza. Lo importante en realidad es tomarse un respiro para dedicarse a pensar no en el trabajo ni en las urgencias del día a día, sino en cuestiones más atemporales y placenteras.