“Todos ellos tienen que ir acompañados de los síntomas que hemos mencionado antes durante el día, es decir, que esa falta de sueño esté afectando en tu día a día tanto a nivel físico como cognitivo, con la falta de concentración, pérdidas de memoria, cansancio, irritabilidad, cambios bruscos de humor, más sensibilidad… y como mínimo, esto tiene que suceder durante al menos tres noches a la semana y a lo largo de tres semanas. Hablaríamos de un insomnio agudo puntual cuando son de tres semanas a un mes, y un insomnio crónico cuando es de uno a tres meses”, añade la autora de ‘Por fin duermo’.
Los enemigos del buen dormir
Para Nuria Roure el sueño se empieza a fabricar en el momento que nos despertamos por la mañana, ya que es entonces cuando el cerebro recibe la orden de que tiene por delante 16 o 17 horas para fabricar el próximo sueño, de forma que, cómo pasemos esas horas, va a influenciar en gran medida cómo vamos a llegar a la noche. Reconoce que cuando empezamos a tener problemas para dormir, se genera una especie de obsesión que genera una espiral muy difícil de detener. “Mi metodología rompe este ciclo y trabaja en cómo podemos quitar esa preocupación excesiva y esa atención extrema en el momento de ir a la cama”.
Otro de los enemigos típicos es la ansiedad. Cuando vamos acumulando preocupaciones durante el día, somos responsables en exceso, muy controladoras o pensamos demasiado en el futuro, llegamos por la noche y no desconectamos, no dormimos bien y esto a su vez aumenta esa ansiedad, destaca la experta.
Tener horarios irregulares, no respetar una rutina, llevar una vida frenética y querer llegar a todo, ser demasiado autoexigente, tampoco nos ayuda. Para Roure, las pantallas a la hora de ir a la cama son otro gran enemigo del sueño, “porque necesitamos la luz natural y no la luz artificial, así que trabajar en una oficina sin una fuente de luz natural, estar conectadas a pantallas (televisor o móvil) hasta muy tarde, va a evitar que se segregue la melatonina, que la sustancia que nos ayuda a dormir”.
Combatiendo el insomnio
“Según todas las asociaciones médicas, la recomendación para abordar el insomnio siempre es la terapia cognitivo-conductual antes que recurrir a los fármacos. Estos deberían ser la última opción, porque lo que se ha observado que la terapia es más efectiva, sobre todo a largo plazo. Esta consiste en realizar un cambio de hábitos, de rutinas, de comportamientos y de creencias. He creado una metodología propia a lo largo de 20 años de experiencia con pacientes con insomnio, y he observado que es muy importante que estos cambios se hagan en un orden concreto, donde lo primero será buscar la causa de inicio, de lo contrario, solo estaremos tratando el síntoma, que es lo que hacen los fármacos, y no modificamos el origen, lo que puede provocar que vuelva a aparecer en algún momento”, explica la experta.