Dos directivas del Museo Reina Sofía reflexionan sobre el arte
Cuestiones clave como qué define el espacio de un museo de arte contemporáneo en 2025 o cómo aspira a relacionarse con su público han suscitado interesantes reflexiones que han impulsado y desafiado los límites tradicionales de estas entidades culturales, así como planteado críticas o interrogantes a la autoridad con la que impactan en la definición de la materia que cuelga de sus paredes y aviva sus pasillos. Los últimos años han resultado determinantes en la transformación de los museos hacia nuevas fórmulas. Y los de arte contemporáneo no han sido impermeables a esta intención. Las paredes de estas instituciones buscan ser porosas y sensibles a las voces, miradas e inquietudes de las comunidades diversas.
Lejos de ser una excepción, sino más bien al contrario, uno de los ejemplos más emblemáticos de Europa entre este tipo de instituciones, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, ha asumido y asimilado el reto que supone este ambicioso objetivo. Su renovada dirección, con Manuel Segade a la cabeza desde junio de 2023, se refleja tanto en la proyección y la agenda del icónico museo como en los nombres designados para el equipo directivo. Nombres propios femeninos asumen cargos impulsados por vientos renovados. Es el caso de dos mujeres con la solidez de una trayectoria internacional comprometida con la diversidad y con esa mencionada escucha hacia un arte antes poco sondeado desde los museos.
La nueva subdirectora artística es Amanda de la Garza Mata (Monclova, México, 1981), tras su paso como directora general de Artes Visuales de la Universidad Autónoma de México y del Museo Universitario Arte Contemporáneo ligado a ella. Su formación en ciencias sociales fue dando paso a una inquietud natural por las expresiones artísticas contemporáneas, entendidas desde la amplitud que ofrece la diversidad de disciplinas. “Mi camino en el arte ha sido el de sentir una gran curiosidad; me interesaba mucho sobre todo la danza contemporánea, la arquitectura, el urbanismo, el cine documental y, en definitiva, otras áreas del arte contemporáneo”, comenta De la Garza a Vogue Líderes by Santander. Cuenta que su camino, desde la escritura y la crítica de arte hasta la especialización en el ámbito de la curaduría y la gestión, estuvo muy marcado por un necesario proceso de repensar el rol social de los museos, más allá de su cualidad de lugares donde se hacen exposiciones de arte. Una tarea para la que, reconoce, hay que desaprender ciertas nociones que se dan por asumidas.
Por su parte, Julia Morandeira Arrizabalaga (Bilbao, 1986) es directora de Estudios del museo. Anteriormente lideró la Kadist Art Foundation, y con un currículo extenso y muy especializado en el ámbito de la docencia, el recorrido de Morandeira le ha proporcionado la oportunidad de forjar un tono y estilo propios en el sector de la gestión de arte. “Fui durante casi 10 años trabajadora cultural independiente; esta fue para mí una temporada importante, para ir definiendo unos modos de hacer, unos vocabularios que han sido definitorios en mi práctica, entre comisariado, pedagogía y organización”, explica. Ambas reconocen atesorar recuerdos infantiles, en el contexto familiar, en el que los museos de arte se convertían en escenario. Esas primeras visitas y encuentros con el mundo del arte les llevaron hacia otras formas de mirar que, aún sin saberlo, serían clave en su futuro. “Siempre sentí una gran inquietud acerca del mundo de las imágenes y su significado”, admite De la Garza, al tiempo que confiesa que al comenzar su formación en ciencias sociales no podría haber llegado a adivinar que la vida la llevaría a este mundo.