El orden y limpieza en casa era un asunto que gestionaba con gran esfuerzo hasta que aprendí la regla del minuto
Me considero una persona bastante ordenada y mi hogar es una suerte de templo del descanso, por lo que el orden y la limpieza en casa son una de mis prioridades… pero no la única, claro. De ahí que tuviera la costumbre de aplazar quehaceres, movida por la pereza o la aparente falta de tiempo para guardar o limpiar determinadas cosas. Porque ¿cuál es la prioridad en nuestras vidas frenéticas: dormir o recoger la colada?; ¿fregar esa taza o sacar a pasear al perro? Todo es importante, pero entre semana destinaba más tiempo a ver vídeos de orden y limpieza que a llevarla a cabo, puesto que nunca encontraba el momento… Al final solía destinar una parte del fin de semana al orden y limpieza en casa, procurando atar esos cabos sueltos que impedían que mi hogar estuviera todo lo perfecto que me gustaría.
Un hábito cotidiano para aliviar mi carga mental
En los últimos meses, hemos asistido a la rebelión de las madres contra el orden en casa y sabemos que esta cuestión puede llegar a constituir motivo de divorcio. Yo no deseaba situarme en semejante tesitura, pero mi carga mental estaba al límite y tenía muy claro que no iba a formar parte del club de las 5 de la mañana (¡ni pensarlo!). Precisamente por eso, necesitaba integrar un hábito cotidiano que me llevara a limpiar y recoger esas pequeñas cosas sin pensarlo; nada de crear un nuevo espacio en el tiempo para resolverlas.
La respuesta fue la regla del minuto, que escuché de boca de una amiga. Según esta sencilla norma para conservar el orden y la limpieza en casa, el criterio para llevar a cabo (o no) una tarea en el acto dependerá de si va a llevarnos menos de sesenta segundos ejecutarla. Piensa en esa mancha sobre la encimera de la cocina, el cepillo del pelo fuera de su cajón en el baño, el pijama sin doblar sobre la cama… Todos son ejemplos de inconvenientes que pueden ser resueltos respectivamente en menos de un minuto. Si nos ocupamos de ellos al instante, ni nos daremos cuenta, pero dejarlos para más tarde nos producirá una desagradable sensación de ‘tareas pendientes’. En efecto, nos llevará mucho más tiempo ejecutarlas juntas, lo que a su vez aumentará nuestra carga mental y la falta de ganas de ponerles remedio.
Ya cantaba Blancanieves que “cualquier quehacer es un placer si se hace sin pensar”, y la regla del minuto es mi forma particular de poner su visión en práctica. Menos de un minuto no es nada; lo haces y te olvidas, sin añadir una nueva tarea a tu to-do list mental.
Con la regla del minuto ha disminuido el tiempo que dedico exclusivamente a limpiar y ordenar en casa
Lo cierto es que hace un año que pongo en práctica la regla del minuto, y nunca pensé que tendría consecuencias tan notables. Cuando llega el momento del orden y limpieza en casa, todas esas minucias que se habían ido acumulando y en las que tanto tiempo solía invertir han desaparecido; y en el día a día, mi hogar ofrece un aspecto mucho más cuidado. Y solo con pasar a formularme una pregunta de forma rutinaria cuando surge una nueva tarea: ¿puedo limpiarlo o recogerlo en menos de un minuto? Si es que sí, lo hago. Y te diré una cosa: te sorprendería la cantidad de aspectos que pueden solucionarse en menos de sesenta segundos y el impacto tan positivo que poseen en la salud mental y la apariencia de tu hogar. Un verdadero hábito revolucionario.
Cómo el orden afecta a nuestro bienestar (y al cerebro)
Encontrar reglas sencillas como estas para mantener el orden en casa es otra forma de autocuidado. Recordemos, tal y como nos explicó la psicóloga Laura Palomares, de Avance Psicólogos, cuando hablamos con ella de los beneficios del famoso spring cleaning, que “el hecho de que el espacio esté más diáfano y con menos estímulos provoca calma y concentración. Soltar y desprendernos de lo que no necesitamos acaba siendo liberador y genera sensación de control y orden mental”. Además, el desorden representa un asunto inacabado para el cerebro y el ruido visual afecta a nivel cerebral. “La corteza visual de una persona se ve abrumada por objetos que no están relacionados con una tarea en particular (ese ruido visual del que ya hablamos), le hacen más difícil la concentración y la finalización de proyectos de manera eficiente. Para el cerebro, el desorden representa un asunto inacabado y esta falta de integridad a veces resulta muy estresante para ciertas personas. En esos casos el desorden es un factor que puede provocar una disminución de la concentración, confusión y tensión”, añade la psicóloga Pilar Guerra. Argumentos avalados por la ciencia que confirman que la regla del minuto, funciona.