La crema corporal que compraría una y mil veces
Existen para mí pocos placeres mejores que salir de la ducha, secarme suavemente con la toalla y echarme crema por el cuerpo. Lo considero un ritual, una parte necesaria de mi día en la que aprovecho para mimarme un ratito y desconectar de la rapidez con la que transcurren los días. La piel lo agradece, claro, pero lo que más disfruto es la sensación de bienestar que queda después.
Sin embargo, no todo el mundo lo vive de la misma manera. Cuando cuento que considero primordial este paso en mi rutina de belleza, algunas de mis amigas me confiesan la pereza que sienten cuando llega este momento y que, en más de una ocasión, optan directamente por saltárselo. Me son familiares también las quejas de que este tipo de productos tardan demasiado en absorberse o, peor aún, el pavor ante posibles manchas en la ropa. Por eso, estoy convencida de que, si una crema logra conquistarte de primeras, es por su aroma. Y, en ese punto, mi favorita no tiene rival: siempre que la uso, alguien me pregunta qué perfume llevo puesto.
Nunca he sido una gran fan de la vainilla. Los perfumes que la contienen, pese a la fiebre que hay por ellos en la actualidad, nunca habían sido de mi predilección. Eso pensaba, hasta que descubrí esta crema y me dejé envolver por el magnetismo cálido de esta nota que, aquí, no me resulta para nada apabullante. Desvelo ya el enigma: hablo de la loción corporal Cuidado Envolvente de Dove, enriquecida con manteca de karité.
Su fragancia acaricia los sentidos nada más comenzar a aplicártela y su suave textura deja una sensación de hidratación durante horas. Es como un abrazo delicado, casi adictivo (querrás olerte todo el tiempo, aviso). Y lo mejor, no es pegajosa. Se absorbe rápido a pesar de estar mayormente indicada para pieles tirando a secas. ¿Mi tip para sacarle el máximo partido? Me encanta usarla como base para hacer layering con mi perfume, potenciando su duración y creando una estela aún más personal y envolvente. Aunque, siendo sincera, me gusta tanto que incluso a veces prescindo del perfume si mis planes son ligeros, si hace mucho calor y la intensidad me abruma, o si, simplemente, mi siguiente tarea es meterme a la cama y descansar toda la noche.
El karité que contiene en su formulación actúa además como un bálsamo nutritivo, calmando la tirantez y dejando la piel suave desde el primer uso. Y como guinda del pastel, he de destacar su precio, que no supera los cinco euros. Personalmente, la considero una de esas joyas cotidianas que se usan sin remordimientos y de estas que, cuando se acaban, hacen que corras hasta tu tienda habitual para reponer existencias.