Para muchos, el simple hecho de entrar en una sala llena de gente y exponerse al escrutinio que les dirigen con la mirada, puede llegar a ser un auténtico calvario. La timidez ha sido considerada un rasgo de personalidad tan incómodo como poco deseable, una forma de ser que lleva consigo altas dosis de nerviosismo ante la interacción social, y que —de manera errónea— se ha asociado a personas con poco exitosas e inseguras.
Mónica Galán es experta en comunicación y liderazgo, conferenciante y autora del libro Método BRAVO, y reconoce que si bien es cierto que la timidez puede ser un obstáculo para muchas personas, también puede transformarse en una poderosa aliada. “Aunque la timidez puede ser percibida como una barrera, también es una señal de que estamos saliendo de nuestra zona de confort, y esto es crucial para crecer y mejorar. Al enfrentarnos a nuestras inseguridades y superar la timidez, no solo fortalecemos nuestra confianza, sino que también desarrollamos una mayor resiliencia emocional”.
Se considera una respuesta emocional compleja que, si bien es cierto que suele estar siempre presente en las personas que la experimentan, es posible aprender a gestionarla o a canalizarla de manera adecuada. Para ello, el primer paso es entender su origen. “La timidez suele surgir del miedo a ser juzgados o de la preocupación por no cumplir con las expectativas de los demás. Es una emoción protectora que busca evitar el rechazo social. Sin embargo, al comprender que esta sensación es común y natural, y que no está necesariamente vinculada con la realidad de la situación, podemos empezar a disociar la respuesta emocional de la acción que estamos llevando a cabo”.
Lejos de asociar la timidez a un rasgo negativo que deberíamos eliminar, debemos aprender a aceptarnos y darle valor a todo aquello que conforma nuestra personalidad. De hecho, la coach considera que es más útil verla como una energía que se puede transformar: “La ansiedad que genera la timidez puede redirigirse hacia la preparación, la práctica y el cuidado en la entrega del mensaje. De esta forma, se convierte en una fuerza que nos impulsa a mejorar, a ser más conscientes de nuestro impacto en los demás y a comunicarnos con mayor autenticidad”. Para esta experta en oratoria, las personas tímidas esconden varias cualidades:
