Y a largo plazo son también un seguro de vida. “Los descansos regulares del estrés crónico pueden reducir los marcadores de inflamación y mejorar el sistema cardiovascular, la salud y la resiliencia emocional”, apunta el doctor Luu, que recuerda que la filosofía sobre la longevidad no trata de vivir más sino de vivir mejor. “Desacelerar deliberadamente representa una elección consciente y quizás una de las decisiones más poderosas que puede tomar para la salud a la larga”, puntualiza.
Cómo descansar de forma efectiva
A lo que Eugenia Ponte añade: “Vivimos inmersos en una hiperestimulación constante: notificaciones, demandas laborales, multitasking… Todo esto mantiene al sistema nervioso en un estado de alerta que puede derivar en agotamiento emocional, ansiedad, insomnio o, incluso, síntomas depresivos. Desde el enfoque clínico, descansar no es simplemente no hacer. Es un proceso activo de reparación física, emocional y cognitiva. Solo en ese estado de pausa el organismo puede regularse, disminuir el estrés y recuperar funciones clave como la concentración, la empatía o la capacidad de toma de decisiones”.
Eso sí, la idea –importante, además– que subyace es que esta pereza no se limita a ver series y comer palomitas. Se trata de algo más complejo pero mucho más sano y recomendable. “No todo el descanso aporta los mismos beneficios. Pasar un día entero en el sofá viendo plataformas de streaming y consumiendo alimentos procesados no es una recuperación genuina: es simplemente adormecedor. El auténtico descanso nutre el cuerpo y la mente: leer materiales que hagan pensar, caminar por la naturaleza, preparar una comida nutritiva, interactuar con el arte o la música, reír con amigos… Estas actividades realmente recargan nuestros sistemas” señala Luu. ¿Quién no necesita algo tan hedónico?
Aprendiendo a descansar
El primer paso es validar la pausa como algo relevante para lograr una productividad saludable. “Una de las claves es desactivar la idea de que descansar es perder el tiempo. Si el domingo por la tarde lo vivimos como un momento legítimo de recuperación, no como una obligación de aprovecharlo mejor, es más fácil conectar con el presente en lugar de anticipar el lunes con ansiedad”, señala Ponte.
Planificar la inactividad
Puede sonar paradójico, pero Duñabeitia afirma que es útil adoptar una actitud consciente planificando esa pausa. “Dejar el teléfono en otra habitación, evitar calendarios llenos de asuntos pendientes y, sobre todo, permitirse sentir y observar el aburrimiento sin tratar de sustituirlo inmediatamente con tareas”. Así se puede evitar también la insatisfacción que puede surgir por cómo se ha gestionado el tiempo libre, señala Eugenia Ponte.
Jornada para la reflexión
Un día de descanso da mucho de sí. Eizaguirre, por ejemplo, dedica un tiempo para “la planificación de entrenamientos, compromisos laborales o tiempo libre de la semana. Trazar un plan claro me da tranquilidad”. Y también para reflexionar y valorar pequeños progresos: “Es un momento para darme crédito y reafirmar lo que quiero lograr, alineando mi energía con mis metas”, añade la experta.
Autocuidado sencillo
No hacen falta grandes planes, sino “actividades que nutran cuerpo y mente: descansar sin culpa, moverse sin exigencia, reducir estímulos digitales y reconectar con placeres simples”, explica Ponte. “Forma parte de una regulación inteligente de nuestros recursos mentales y emocionales”, concluye Duñabeitia.