En cuanto a los arreglos de ropa, redescubrí mi gabardina de tweed de Stella McCartney, que me había comprado ocho años antes, pero que me quedaba demasiado larga: cortarla me costó 60 libras. También presté atención a varios trajes de Richard James de mi difunto padre que nunca había pensado ponerme. De vez en cuando me tapaba los hombros con una de las americanas, lo que hacía que lo sintiera cerca. Como parte de este reto, decidí modificar los pantalones, que eran varias tallas más grandes, para llevar ambas piezas como un traje. Mi sastre habitual de la tintorería local (suelen ser muy buenos) me arregló los pantalones por 60 libras, mucho menos de lo que cuesta un traje nuevo de Richard James. Y aunque suelo llevar la chaqueta sola, cuando me pongo el traje completo me siento como un recuerdo viviente.
Por lo general, alargar la vida de una prenda que ya tenemos en el armario requiere más imaginación que comprar una nueva. Tiffanie Darke, que se ha comprometido a comprar solo cinco prendas nuevas al año, también le ha cogido el gusto a reparar prendas viejas de su armario. «Ser más conscientes de lo que compramos y cuidar la ropa puede ser muy creativo», me dice por teléfono, y recuerda que envió a reparar unos vaqueros rotos a través de Save Your Wardrobe mediante la técnica japonesa de bordado sashiko.
Sinceramente, pensé que sería mucho más difícil pasar un año sin comprar ropa, pero lo cierto es que lo hizo todo más fácil y eliminó el ruido de las compras: ¿de verdad necesitaba esa prenda del escaparate o la de más allá? La respuesta, al menos por ahora, es un no rotundo. En cambio, la decisión de reparar prendas que hacía años que no me ponía o arreglar lo que no me quedaba bien hizo que volviera a sentirme como nueva y me hizo valorarlas aún más.
Ahora que el año comienza de nuevo me planteo cómo me sentiría si volviera a comprar. ¿Debería ir poco a poco? Ahora sí que me informo sobre la política de reparaciones de una marca antes de comprar y reviso periódicamente lo que tengo en el armario. Espero con impaciencia la emoción de comprar una prenda nueva (cuidadosamente elegida), pero ahora sé que devolver a la vida a mis prendas más queridas es igual de satisfactorio.