Edimburgo es una de las ciudades más bonitas del Reino Unido, desde las laberínticas calles medievales de su Old Town (el casco antiguo) hasta las elegantes plazas neoclásicas de la Ciudad Nueva. Además, está llena de enclaves emblemáticos como el Castillo de Edimburgo, Calton Hill, Arthur’s Seat, el Grassmarket, el Palacio de Holyrood y un largo etcétera. Y aunque los monumentos históricos y la belleza natural de la ciudad son razones de sobra para visitar Edimburgo, la vibrante escena cultural que acoge hoy en día es quizá lo que acaba de convertirla en un destino imprescindible. A continuación, no te pierdas la guía Vogue de los lugares con más estilo de la capital escocesa.
Antes de ir…
Desde sus incomparables vistas a los jardines de Princes Street y al Castillo de Edimburgo –especialmente mágicas cuando se iluminan por la noche– hasta sus lujosos y placenteros interiores en tonos joya y la cordial bienvenida escocesa con que se recibe a sus huéspedes, hay pocos lugares mejores para alojarse en la capital que el 100 de Princes Street. Este hotel boutique, ubicado en una antigua casa adosada que fue sede de la Royal Overseas League, alberga 30 suntuosas suites: paredes de terciopelo, valiosas antigüedades, pinturas al óleo, helechos escoceses y sofás de tartán, con detalles como pan casero y ejemplares de Slow Seasons, de Rosie Steer. Es el punto de partida perfecto para explorar la National Gallery de Escocia, el Scott Monument o Calton Hill, todos ellos a pocos minutos de sus puertas. Haz todo lo posible por conseguir una de sus maravillosas habitaciones con vistas de ensueño y, si no puede ser, no dejes de ir a desayunar temprano a The Wallace, el magnífico restaurante del hotel, para poder disfrutar de sus deliciosas salchichas de cerdo y haggis, la morcilla de Stornoway y el porridge de avena con miel, nata y whisky en una de las codiciadas mesas junto a la ventana.
Desde 392 euros aprox. por noche, con desayuno incluido.
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La tristemente desaparecida Maggie Smith está en su mejor momento en la adaptación de Ronald Neame de la novela de Muriel Spark de 1961, ambientada en lugares emblemáticos de Edimburgo como The Meadows, cuando el popular parque público estaba más exuberante que nunca.