Hay pocas combinaciones tan infalibles en la moda como un traje negro y un accesorio dorado. La expresión más sencilla de estilo y elegancia y, sin embargo, una de las más eficaces. Y es que apostarlo todo a una joya no siempre es fácil, pero ayer mismo Meghan Markle nos recordó (una vez más) aquello de que menos es más.
Así, la Duquesa de Sussex se dejó ver junto al príncipe Harry en un acto en Nueva York, donde volvió a apostar por su uniforme de estilo: un traje sastre negro de líneas puras, escote profundo y una cadena de eslabones dorados que transformó el conjunto en un ejercicio de sencillez que no pasó desapercibido.
Kristina Bumphrey/Getty Images
Claro que la pieza escogida por Markle no era una cadena cualquiera, sino que la actriz recurrió al collar XL que ya lleva temporadas erigido como una de las piezas imprescindibles de cualquier joyero. Un ascenso en parte culpa del Gucci de Sabato de Sarno (que convirtió este tipo de joyas en una de sus señas de identidad) y en parte también por algunas de las casas joyeras más relevantes como Cartier o Tiffany, que allá por 2023 comenzaron a recuperar el formato XL en sus cadenas.
Pues bien, ayer Meghan se entregó de lleno al poder epatante de esta pieza y lo hizo apostando por ese contraste del que ya hablábamos al arranque de este texto: el del negro y el dorado. Así, el brillo del dorado sobre el negro actúa como punto de luz y sofisticación sin necesidad de recurrir a nada más. Y si Meghan lo lleva, ya sabemos lo que eso significa: prepárate para ver esta combinación en todas partes.
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