“Meritxell me llama por teléfono y me dice: he estado leyendo a Consencio, ¿Centcelles podría encajar en esto? De repente, sentí miedo, pero le respondí: ‘¡Claro, puede encajar perfectamente!”. La llamada (o, más bien, la revelación) fue en 2010. Entonces, los especialistas Josep Anton Remolà y Meritxell Pérez buscaban una pista que les permitiera investigar el conjunto tardorromano de Centcelles (Constantí, Tarragona) con una mirada distinta a la que se había aplicado hasta el momento, y que había dejado múltiples incógnitas. El Consencio al que se refería Pérez fue un erudito del siglo V que puso por escrito un sorprendente hecho que, en efecto, podría encajar en la verdadera función que tuvo este recinto arqueológico en su tiempo. Un importante cargo militar, llamado Asterius, se había establecido con su ejército junto a la antigua ciudad romana de Tarraco en torno al año 420. Se habla de una residencia o praetorium, de un campamento militar… Lo que se conserva en la actualidad de este enigmático espacio arqueológico, un edificio coronado por extraordinarios mosaicos, ¿pudo ser el santuario militar de aquel complejo?
La nueva hipótesis abría la esperanza de encontrar una explicación definitiva para el yacimiento tarraconense. Las teorías manejadas desde que el Instituto Arqueológico Alemán trabajó en la zona en las décadas de los sesenta y los setenta (cuando fue propietario del yacimiento) no habían terminado de cuajar. Se había dicho que los mosaicos de la cúpula apuntaban a un mausoleo, es decir, a un uso funerario de ámbito privado. “Podría funcionar como mausoleo si solo fuera una sala con un mosaico en la cúpula, pero es una construcción de 110 metros”. Remolà se refiere a que esta estancia forma parte de un conjunto más amplio, y que eso lo hace incompatible con un espacio de estas características. Tampoco se sostiene ya, apuntan, que Centcelles fuera una villa romana, la residencia de un aristócrata. “Los muros son el doble de anchos de los habituales en las construcciones domésticas y aparece el mortero (una especie de cemento), que solo se utiliza en edificios públicos”, descarta el conservador de investigación en el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona (MNAT), que gestiona el yacimiento.
En 2013, Remolà y Pérez hicieron pública la idea de que Centcelles podría haber sido base logística de un ejército y residencia de un líder militar romano. Las críticas saltaron como un resorte. “Se produjo una reacción furibunda, se crearon fuertes disensiones en algunos ámbitos e incluso hubo intentos de que nuestro artículo no se publicase”, recuerda, con pesar, Remolà. Desde 2024 y dentro de un proyecto de investigación impulsado por el MNAT, los técnicos han hecho acopio de datos, de evidencias, que acercan esta teoría a la realidad. Asterius, comes Hispaniarum (gobernador militar de Hispania), se habría establecido con su ejército en Centcelles, que pasaría de ser un edificio de uso privado, según las propuestas tradicionales, a un campamento militar.

Hasta entonces, únicamente se había tenido en cuenta el estudio de los mosaicos —de la iconografía— para explicar la construcción. Para enmendar esta mirada parcial, los especialistas abordan el complejo tardorromano desde distintas ópticas: de la arquitectura a la arqueología o la historia del arte. Actualmente, realizan análisis fisicoquímicos y dataciones de radiocarbono con la colaboración del Instituto Arqueológico Alemán, que en su momento reunió un gran número de evidencias a las que aún se puede sacar partido. Junto a esto, los técnicos confían en realizar una serie de excavaciones en el entorno que ayuden a localizar los elementos arquitectónicos que faltarían —como la puerta principal— para dar sentido a lo que se ve en la actualidad. Y todo ello de aquí a 2028, cuando publicarán los resultados del proyecto.
En esta nueva mirada al pasado, lo primero ha sido modificar la cronología que se pensaba para el complejo: del año 350 de nuestra era al 420. La ciudad de Tarraco era, por entonces, uno de los últimos bastiones de la Hispania romana, dentro de un imperio en declive. Es a este momento al que se refiere Consencio en su texto, piedra angular de la hipótesis militar. El ejército romano pasa a dividirse en tropas móviles, que luchan contra las invasiones bárbaras allá donde se establezca el frente. “El nuevo modelo de ejército requiere que detrás haya una arquitectura”, puntualiza Remolà. Una infraestructura —una base militar— no poco importante. El investigador calcula: “Cuando nos referimos a un ejército considerable, podemos estar hablando de entre 15.000 a 25.000 soldados”. Este hecho encajaría, además, con la presencia de un acueducto a 700 metros de Centcelles. “No se construye un acueducto para una villa romana”, precisa Remolà.
Al frente de los militares se situaría la figura del comes, “un cargo fundamentalmente militar que estaba por encima del resto de autoridades porque se consideraba que existía una situación crítica de conflicto”, describe. El único de estos líderes documentado en la Hispania romana es Asterius. “Conocemos poco del personaje, la única fuente es la carta de Consencio, el resto son referencias más escuetas”, explica Remolà. Fue “un miembro de la alta aristocracia tarraconense que debía de disponer de recursos suficientes para que el emperador considerara que podía llevar a cabo la operación militar, porque una parte de los medios los ponía el Estado, pero el resto corrían a cargo del líder”. Recursos ingentes, por ejemplo, como para dar de comer a miles de personas diariamente.

En la base se encontraba el praetorium, la residencia del líder, y un espacio clave, el santuario militar. Y esta sería, precisamente, la construcción que se conserva en Centcelles: una edificación rematada por una cúpula decorada con mosaicos. “Estos encajan en un ambiente funerario cristiano y en la residencia de unos aristócratas latifundistas, pero también lo hacen perfectamente en esta interpretación militar”. Ahora bien, el único paralelo que han localizado es el que se encuentra en el interior del templo egipcio de Luxor, donde el emperador Diocleciano estableció su ejército en el siglo III. Los investigadores han comparado los temas que aparecían en las pinturas romanas de Luxor con la decoración de Centcelles. La conclusión a la que han llegado es que en ambas aparecen motivos idénticos: escenas relativas a los poderes militar, político y religioso.
La presencia de un espacio subterráneo, de una cripta, bajo el supuesto santuario militar de Centcelles apuntala más esta hipótesis. “Si buscamos edificios de época romana que tengan, en ocasiones, estructuras subterráneas bajo la estancia principal, solo nos salen santuarios militares”, defiende Remolà. Y hay un dato más. Se trata de la abundante presencia de mortero en la construcción. “Es un material que no se utiliza en espacios privados porque es muy caro; el mejor mortero se obtenía del yacimiento de Luni-Carrara (de donde también procede el célebre mármol) y solo se distribuía en un ámbito muy estricto, dedicado al Estado”, precisa el conservador del MNAT. Si los análisis que se están realizando apuntan hacia este yacimiento, la comprobación de la teoría estará más cerca. “Nuestra hipótesis está clara, pero la intención es finalizar el proyecto con una publicación con un 90% de los datos que la avalen”, confía. Habrá que esperar a 2028.