El 5 de julio de 1991 un jovencísimo Dries Van Noten realizó su primer desfile en París sorprendiendo a los asistentes y provocando su decisiva incursión en el mundo de la moda. Anoche, después de que el pasado marzo anunciara su retirada, presentó a sus 66 años su última colección (primavera-verano 2025) en la que revisaba de alguna manera toda su obra y afirmaba victoriosamente su despedida.
Sobre un sinfín de hojas de aluminio –un detalle que recordaba al suelo que decoró su show Fall ready-to-wear 2006– la personalidad de Van Noten se mantuvo intacta a lo largo de una colección en la que no faltaron ni la combinación de diseño con funcionalidad ni esas pequeñas inyecciones de novedad a las que el modisto siempre acostumbra. Desde paños clásicos en abrigos de corte holgado, pasando por lanas fusionadas con neopreno, hasta llegar a poliamidas que imitaban la transparencia del cristal en algunas de las prendas exteriores: todos ellos fueron los juegos de texturas que inundaron una pasarela en la que además desfilaron modelos de diversos géneros y de un amplio rango de edad. De hecho, el belga invitó al maniquí Alain Gossuin a abrir el desfile, al igual que hizo en 1991 durante su primera presentación en París.
Si bien el último de los Seis de Amberes comenzó esta colección apostando por tonalidades oscuras, se vislumbraron pequeños toques de color que anticipaban lo que iba a ser la mitad del desfile: un despliegue cromático en el que las flores se dibujaban de manera sutil en las siluetas masculinas. De hecho, para realizar algunos de estos estampados, el creador belga utilizó una técnica japonesa denominada suminagashi, para conseguir así un efecto casi marmolado en las prendas.
Con la fábrica parisina de Le Courneuve como escenario –la cual ya había albergado un show de Van Noten allá por 2004, concretamente su desfile número 50–, poco a poco los florales dieron paso a prendas con acabado metalizado que oscilaban entre el plateado y el dorado dependiendo de la luz. Al igual que los propios diseños, que contenían múltiples detalles en los que fijar la mirada, la colección se fue desarrollando de forma gradual para mostrar tanto su predilección por la sastrería clásica (aunque holgada) como por los pequeños toques de transparencias y brillos. Todo ello dio lugar a un desfile marcado, como siempre, por la innovación, pero en el que naturalmente se percibió un sentimiento de despedida.
Con algunas de las más grandes figuras de la moda como espectadores –personajes de la talla de Ann Demeulemeester, Thom Browne, Pierpaolo Piccioli, Glenn Martens o Diane von Furstenberg formaron parte de la audiencia–, Dries Van Noten puso el colofón a su brillante carrera en el mundo de la moda tras servir como director creativo durante casi cuarenta años para su marca epónima. Lo hizo a través de una colección final en la que se respiraron por partes iguales la nostalgia y la alegría del diseñador ante el comienzo de su nueva etapa vital. Un gran adiós que supo hacer justicia a su aportación en la industria a lo largo de los años y que, a su vez, volvió a aportar ese soplo de aire fresco tan venerado (y necesario) en la moda masculina.