Usar doble abrigo se ha convertido en la opción más viable para hacer frente a las bajadas de temperatura
El invierno suele ser esa época del año en la que, al abrir nuestros armarios, nos enfrentamos al dilema eterno: ¿es posible no pasar frío sin renunciar al estilo? En estos tiempos en los que la primavera y el otoño parecen ser temporadas efímeras que se escabullen en un abrir y cerrar de ojos, el cambio de armario del verano al invierno parece llegar de forma abrupta y, muchas veces, chocante. ¿Medias sí, medias no? ¿Medias con calcetines? ¿Camisetas térmicas? ¿Botas? ¿Layering? He aquí el quid de la cuestión: el layering, término procedente del idioma anglosajón que en español significa vestir por capas o, lo que comúnmente conocemos como vestir como una cebolla.
Si vestir por capas es una práctica completamente extendida en nuestro imaginario a la hora de crear looks, incorporar la técnica a las prendas de abrigo suele mirarse con cierta perspicacia por razones obvias como la incomodidad de llevar dos piezas voluminosas o porque a priori parezca algo rocambolesco y hasta ecléctico. No es así con lo que llamamos la teoría del doble abrigo que consiste en llevar dos prendas exteriores en un mismo estilismo. Este truco de estilismo, convertido en tendencia, ha ganado adeptos en las últimas temporadas ya que no solo es funcional –más capas es sinónimo de menos frío–, sino que ofrece una oportunidad para reinventar nuestros estilismos y jugar con más piezas y volúmenes.
Cuando hablamos del truco del doble abrigo, nos referimos a combinar dos prendas exteriores en un mismo conjunto. Desde la combinación de un abrigo largo de lana con una cazadora acolchada, hasta la superposición de una chaqueta vaquera debajo de un abrigo oversize o una gabardina y una cazadora de cuero como sorprendía Irina Shayk hace un par de temporadas, las posibilidades son infinitas. El truco está en elegir prendas que contrasten entre sí, ya sea por el material, el color o el corte. Un abrigo estructurado de corte clásico puede encontrar su compañero ideal en una chaqueta de cuero que aporte un toque rebelde o en un chaleco acolchado más deportivo. ¿Otra opción infalible? Una americana debajo de un abrigo de paño, para una estética moderna y sofisticada.
Las ideas para incorporar el doble abrigo a tus ‘looks’:
Una americana y un abrigo de pelo
Uno de los mayores atractivos del truco del doble abrigo es su capacidad para incorporar texturas en un mismo estilismo. Piel, lana, algodón o tejidos técnicos pueden convivir armoniosamente, siempre y cuando se sigan ciertas reglas básicas de equilibrio. Por ejemplo, si un abrigo tiene un diseño muy llamativo por su color o su estampado, es mejor que la prenda interior sea más sobria. Esto no solo evitará un exceso visual, sino que también dará protagonismo a la prenda que realmente deseas destacar.
Un chaleco acolchado por dentro para seguir usando tu gabardina
Es un sentimiento común entre las amantes de la moda: la gabardina debería estar con nosotras durante todo el año y no solo en el entretiempo. ¿Cómo alargar su vida útil? Con un chaleco acolchado por dentro del mismo tono que la gabardina que no le reste ni un ápice de protagonismo a este clásico.
Aunque la estética juega un papel fundamental, la utilidad nunca debe quedar en segundo plano. Usar la teoría del doble abrigo para seguir usando piezas como el trench avivan la tendencia actual de defender la funcionalidad por encima de todo. Optar por prendas ligeras pero aislantes, como los plumíferos ultrafinos, es una excelente manera de evitar un volumen excesivo y garantizar la movilidad, por ejemplo.