Nada más llegar al recinto del Fòrum, me topo con “Unsilence Gaza”, una especie de túnel negro que reproduce el sonido de la guerra (bombas, aviones) de Gaza en su interior. Es un proyecto de las oenegés Casa Nostra, Casa Vostra y de Novact, ideado por el ingeniero palestino Oussama Rima. Y me genera estupefacción. ¿Es una instalación necesaria para concienciar a la gente del horror de Gaza? ¿O es una atracción morbosa, frívola y ventajista al filo de la actualidad? Todavía lo estoy decidiendo.
Hinds abren con ‘Story of an Artist’ de Daniel Johnston. Y su primera canción es, claro, ‘Hi, How Are You?’ Están bien arropadas por una bajista y una batería. Me ponen un poco nerviosa cuando se dirigen al público… ¡en inglés! Lo divertido es que a esa hora apenas se ven asistentes extranjeros. Su esforzado pop-punk va discurriendo alegre y saltarín, con Perrote y Cossials mostrando desparpajo y mohínes continuamente.

Hay puntos álgidos como una coreada ‘Boom Boom Back’, sin Beck: la magia del Primavera no llega a tanto. Se preguntan por la cantidad de ex que tenemos en el Primavera y dedican su “única canción de amor”, ‘Good Bad Times’, a las amigas «porque cuantos más ex tenemos, más las queremos». Celebran que las cabezas de cartel sean mujeres, y lo certifican haciendo una versión “a la Hinds” de ‘Girl, So Confusing’ (ft Lorde) de Charli xcx. No será la única: también cae ‘Spanish Bombs’ de los Clash, con morcillas sobre Barcelona y el Primavera. Perrote nos explica que lo pasaron putas durante la pandemia, que estuvo “a punto de destruirlas”. Pero que de ahí han sacado a su bajista y batería, una amistad más fuerte y una canción, la sensible y referencial ‘Superstar’. Acaban con ‘En forma’, haciendo posturitas de culturista. Son tan divertidas como a veces repelentes, pero hay que reconocerles que no pierden ni la frescura ni los ánimos.

Guille Milkyway es el gran vencedor de la jornada, a pesar de que a su hora apenas hay asistentes foráneos. Pero sí un nutrido público de autóctonos dispuestos a corear la última coma. La Casa Azul es ahora una máquina de hits y de conciertos espectaculares, aunque la hora temprana (aún es de día) amortigua su propuesta visual. Guille lleva dos tarimas enormes que también funcionan como pantallas con sendos programadores encima, una batería estándar y otra electrónica y una enorme pantalla trasera. Abre con ‘No hay futuro’ y empieza la fiesta. ¡Y confeti! ¡Y fuegos artificiales! ¡Y exitazos a cascoporro! ¡’No más Myolastán’! ¡’Los chicos hoy saltarán a la pista’!
Guille es a día de hoy un maestro de ceremonias bastante apasionado. Esta noche está desatado con su teclado-guitarra. Hay euforia, hay más fuegos, hay ‘ATARAXIA’. También hay, claro, ratos para sus canciones doméstico-melancólicas, como ‘El momento’. Pero la fiesta vuelve con ‘Esta noche sólo cantan para mí’ y el desfile de imágenes de ídolas de la música de todos los tiempos: aparecen Beyoncé y las Ronettes, Nina Simone y Lorde. Un temazo, si me preguntan, que además enlaza con ‘Podría ser peor’, cima de la tristeza de La Casa Azul y hit incontestable, porque el público se desmanda más, hay más fuego y más confeti. Y rematan con ‘Cerca de Shibuya’ y el himno que escribió sobre “la gente que se reía de nosotros”, en palabras de Guille, ‘La fiesta universal’. Pero el jolgorio máximo llega con ‘La revolución sexual’. La alarga, presenta a la banda y mete el sample de Chi-Lites ‘Are You My Woman?’ (el de ‘Crazy in Love’). Cierra con ‘Nunca nadie pudo volar’, entre house machacón, euforia, más fuego y más confeti. Guille y la banda se quedan un rato saludando al público mientras suena un remix de ‘Podría ser peor’ y la gente se queda bailando y cantando. Un gran baño de masas. Se lo merece.

Para la hora de Caribou aparece absolutamente todo el mundo. El recinto que hasta hacía un momento era manejable, se convierte en incómodo: baños imposibles, amigos que se quejan de que no pueden ni pillar comida… Suena ‘Pump up the Volume’, porque Caribou arranca con ‘Volume’. Volumen que está algo bajo: hemos salido un momento del gentío y a ver quién es el guapo que regresa. Y en la parte de atrás del escenario el sonido no acaba de llegar.
Ya es de noche y eso ayuda a los espectaculares juegos de luces que trae Dan Snaith. Ellos son los protagonistas, mientras Snaith se dedica, aplicado y algo taciturno, a la batería electrónica, a las programaciones y a cantar ocasionalmente. Todo es muy atmosférico, contemplativo. Y ¡pam! cae ‘Odessa’ a las primeras de cambio. Una maravilla de canción que baña en rojo, pero se sigue oyendo flojo. Entre el gentío moviéndose, hablando y el volumen algo escaso, cuesta meterse en el concierto. Así que emprendemos un acercamiento lateral. Sabia decisión. Mejor sonido, mejor visión, menos gente molesta. Encima, aquí se acaba lo contemplativo y arranca la zapatilla, muy bien recibida. El batería se luce a redobles entre vitoreos del público. Hay pausas, subidones, derivas de house trotón y una estupenda ‘Broke my Heart’ que sube de luces e intensidad. Lo mejor es sumergirse, bailar, dejarse llevar. Cada vez la música y los audiovisuales son más ruidosos, machacones… Hasta que culmina en el himno ‘Can’t Do Without You’. Hay palmas entre el público, es un bonito momento de celebración comunal. Dan se levanta, el público bota, todos cantamos. Un gran cierre.