El escenario Radio3 planta cara a los headliners en Low Festival – jenesaispop.com

El elemento que diferencia a Low Festival de otros festivales nacionales y/o internacionales es su espacio VIP Pool, que permite el acceso a la piscina municipal del recinto Ciudad Deportiva Guillermo Amor de Benidorm. De acuerdo que el acceso a este espacio está limitado por el precio de la entrada, pero poder darte un chapuzón en pleno festival -durante el día, pero también durante la noche- sin duda añade un elemento extra a la experiencia. Además, las sesiones electrónicas son muy divertidas cuando devanean del disco al electro, de un remix de Gwen Stefani a otro de Whitney Houston.

Low Festival ofrece otras actividades divertidas que explorar entre concierto y concierto, como una partida de bolos o el típico photocall para posar con amigos con la peor de tus pintas pero el mejor de los recuerdos.

El sábado en Low Festival el escenario Radio3 planta cara seriamente a los principales reclamos nacionales e internacionales. El escenario Radio3 incentiva la rivalidad sana entre grupos, ya que se mira cara a cara con Benidorm, uno de los escenarios principales. Por ejemplo, desde Radio3, la banda bilbaína EZEZEZ verá empezar el concierto de Ralphie Choo, y su vocalista, Unai Madariaga, dedicará al productor madrileño un sonoro «¡Ralphie Choo, hijo de puta!» que arrancará risas entre el público.

Diego Jurado

EZEZEZ se meterán al público en el bolsillo a primera hora de la tarde gracias al frenesí garajero de sus canciones, que se torna en absoluta locura en ‘Puntofinal’ y ‘Ezezez’; a la manera en que destripan sus guitarras eléctricas y al carisma de su vocalista, que actúa descamisado y descalzo, como una especie de Mick Jagger posmilenial. Entre carrera y carrera de un extremo a otro del escenario, a EZEZEZ le cabrá una inesperada versión de ‘Believe‘ de Cher que acaba demasiado rápido.

Rafa Galán

Cuando llego al pase de Ralphie Choo, ya empezado, el artista se encuentra marcándose un solo de talkbox que parece de Stevie Wonder. Después, un breve intermedio de easy-listening a lo Henry Mancini, y otro de teclados espaciales como de Vangelis, se cuelan entre los ritmos de hip-hop, trap o flamenco rumba que caben en esta batidora sónica. El directo de Ralphie Choo es peculiar llegues a él antes o después: ¿cuántos conciertos de pop pasan de evocar a Travis Scott a incluir una flauta travesera tocada en vivo? La «sorpresa» final llega con la aparición estelar de rusowsky, que toca hoy. Los ritmos salseros de ‘Dolores’ y trap de ‘Valentino’ concluyen un setlist que parece una playlist de «me gusta» de Spotify. Me gusta todo, en este caso.

Rafa Galán

El de The Kooks debería haber sido uno de los conciertos más celebrados de la jornada, pues su nombre aparece en línea grande en el cartel, pero el público no parece demasiado receptivo de su propuesta de afable indie-pop, quizá porque la asistencia nacional que viene a ver a Viva Suecia es mayor que la anglosajona. A pesar de que el cantante Luke Pritchard pone todos sus esfuerzos en animar el ambiente, el público no despierta hasta que suenan los éxitos ‘She Moves in Her Own Way‘ -al principio del set- y, sobre todo, la final ‘Naïve’. En medio cabe su reciente single, ‘Never Know’, un descubrimiento que no tiene nada que envidiar a sus grandes clásicos; el segmento slow disco de ‘Westside’ y el singalong acústico de ‘Seaside’, que Pritchard dedica a su padre, Bob, fallecido en 1988, cuando el cantante contaba apenas tres años.

Diego Jurado

Al contrario, el set de los mexicanos Midnight Generation es un éxito rotundo de público y de exaltación colectiva. El grupo, que ha explorado su sonido disco-funk a través de cinco discos, actúa en Radio3, pero durante el concierto queda claro que este escenario se le queda pequeño y que la escala a tarimas más grandes es inevitable. Sobre todo cuando, al término del show, el público se deshace en ovaciones y pide que el grupo vuelva al escenario. Radio3 está abarrotado como no lo he visto durante todo el festival.

La propuesta de Midnight Generation es tan bienvenida porque, llegada la noche, su surtido de grooves disco y funk progresivos es divertidísimo y no puede apetecer más en este momento. Además, el sonido de todos los instrumentos -incluidos varios teclados- es absolutamente impecable. Diría que incluso mejor que la de algunos conciertos ubicados en escenarios principales. Por ejemplo, el de Carolina Durante, que sonó demasiado ahogado, al menos desde mi posición.

El quinteto, vestido con simpáticos shorts a conjunto, básicamente personifica esa realidad paralela en la que Daft Punk y Parcels han colaborado en más de una canción. La influencia de Daft Punk se hace evidente en los vocoders robóticos a lo ‘Da Funk’ del final del set, que llevan al éxtasis, y en las líneas de guitarra tan ‘Get Lucky’ que, en algún momento, parece que esa canción va a ser versionada. Y la influencia de Parcels se demuestra en la exquisitez y pegajosidad de melodías como la de ‘Don’t Wait Up’. Todo está tan bien engrasado que no entiendes cómo no habías descubierto a este grupo antes.

En la programación del sábado en Low Festival, el show de pop electrónico de Zahara precede al concierto de pop veraniego de Empire of the Sun. Esta secuencia genera un ligero desajuste mental, pues probablemente si se hubieran invertido los turnos, ambos espectáculos habrían funcionado mejor. Desconozco la razón por la que Empire of the Sun, gran cabeza de cartel de la jornada, es programado a las 2 de la madrugada, cuando en otros festivales es normal que un headliner actúe a las 22.00 o, como tarde, a las 00.00. Quizá es porque el grupo australiano ha querido cubrirse las espaldas al viajar desde tan lejos: 45 horas de viaje, según el cantante Luke Steel. O quizá es porque un show tan rematadamente visual merece la mayor asistencia posible. El Low a esta ahora está tan lleno que impresiona: la organización ha contado 23.000 personas.

El mismo razonamiento se aplica al pase de Zahara, que ofrece un concierto escenográficamente muy cuidado y original, en el que no dejan de pasar cosas. Zahara reproduce la coreografía de señas de las azafatas de vuelo, recrea un partido de boxeo aferrada a unas toallas de color fucsia, desfila en una cinta de correr en ‘Tus michis’ y, en el mejor momento del show, saca al escenario el policlín que protagoniza la portada de ‘Lento Ternura’, el disco que presenta. Desde ahí dentro, Zahara interpreta a la guitarra su versión de ‘Zahara’ de Judeline fusionada con ‘Con las ganas’. La apropiación de Zahara del policlín, símbolo festivalero, es arte con todas las letras.

Sin embargo, domina en el show de Zahara el tecnazo, y los elegantes crescendos que se proyectan desde el escenario recuerdan a los de Moderat o puntualmente a los de la Björk de ‘Vulnicura‘. Entre el pulso sintético de ‘¿La vida era esto?’ y los samples gatunos de ‘Tus michis’ destaca particularmente el comentario sobre la industria de ‘Demasiadas canciones’, que incluye menciones en pantalla a artistas como Rebe, Marta Movidas o Villano Antillano, y que es apoteósico. Sin embargo, es evidente que ‘Hoy la bestia cena en casa’ sigue siendo su mejor canción.

No decepciona la puesta en escena de Empire of the Sun. Si querías un montaje épico y over the top, el grupo australiano da dos tazas. El escenario, dominado por dos grandes esculturas de un rostro y una roca que parecen símbolos erosionados de tiempos remotos, poco a poco se sumerge en una estética mística y extravagante que incluye bailarinas con tocados de sol y luna, visuales que cabalgan entre el vaporwave y la ciencia ficción y portales proyectados desde la pantalla que parecen llevar a otra dimensión. En medio del escenario, dos huevos que representan el nuevo disco de Empire of the Sun, ‘Ask that God‘, se iluminan en diferentes colores.

Es también un espectáculo en sí mismo el vocalista Luke Steele, que se somete a varios cambios de vestuario durante el show, aunque su estética predilecta evoca la de un sacerdote del sintoísmo japonés o incluso la de un actor de kabuki. Sus túnicas -rojas o blancas- imponen, su maquillaje es ceremonial.

La música es menos excéntrica, pero sus éxitos ‘Walking on a Dream’ y ‘We Are the People’ siguen sonando históricos y atemporales. El repertorio mantiene el ritmo gracias a otros hits asentados como ‘High and Low’, ‘Changes’ o la pletórica ‘Alive’, y no desentonan en el setlist pistas tan apañadas como ‘Television’ o el respiro baladesco de ‘Swordfish Hotkiss Night’. Otras como ‘Half Mast’ o ‘Way to Go’, aferradas a la fórmula clásica de Empire of the Sun, inclinan la balanza hacia el tedio, pero los ojos están tan entretenidos observando lo que pasa en el escenario (incluida la aparición de un personaje disfrazado de medusa humana, o algo así) que ese tedio pasa a un segundo plano.

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