Es fácil recordar a Jacqueline Kennedy con los trajes de corte impecable y colores intensos que la primera dama lució durante su breve estancia en la Casa Blanca, de 1961 a 1963. Trajes como el que llevaba el día del asesinato en Dallas, Texas, de su marido, y presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy. Un sastre de lana con chaqueta cruzada y botones dorados que durante mucho tiempo, (fue Justine Picardie quien resolvió el misterio en su biografía de Coco Chanel), se le atribuyó a la firma francesa Chanel. Nada más lejos de la realidad, la autoría recaía en Chez Ninon, una tienda de modas neoyorquina que por aquel entonces copiaba diseños de firmas europeas, siempre con la autorización de estas. El sombrero, rosa también, se lo diseñó a juego Roy Halston, el que luego se convertiría en una de los grandes nombres de la moda estadounidense, y que es casi el único que tuvo el privilegio de vestir la cabeza de Jackie.
Jacqueline Kennedy construyó su imagen de primera dama a base de estos trajes, casi todos diseñados por Oleg Cassini, con los que lograba un gran impacto visual (gracias a sus tonalidades lisas que iban del verde, al azul, amarillo o naranja), siempre sobresaliendo entre la multitud. La noche la repartía entre Hubert de Givenchy, Valentino, y ya en sus últimos años, cuando su apellido era el de Onassis, Carolina Herrera.
Jacqueline Bouvier de vacaciones en Kennedy Compound en junio de 1953gettyimages