La artesanía es, posiblemente el último punto de encuentro entre visitantes y locales. Los primeros buscan en cualquier objeto, producto o alimento hecho a mano la autenticidad que, en los últimos años, se ha convertido en el centro de la experiencia turística. Los segundos se agarran a la tradición con el fin de reivindicar aquello que les define e intentar que prevalezca la esencia del lugar frente a la impostura que, muchas veces, acarrea el proceso de turistificación de las zonas costeras.
El Fornet de la Soca, un negocio familiar ubicado en el casco histórico de Palma de Mallorca, es uno de esos escenarios de conciliación. Abrió sus puertas en 2010 y fue fruto de la reinvención de una familia como consecuencia de la debacle económica que sufrió durante la crisis. “En ese momento de desesperación tuvimos la idea de abrir un pequeño obrador aprovechando los últimos ahorros que nos quedaban y los conocimientos de Tomeu en repostería y cocina histórica de Mallorca. Aquella afición, vivida con pasión, pasó a ser el inicio de una aventura maravillosa y una oportunidad sin precedentes para dar a conocer nuestra gastronomía más desconocida, así como poner en valor el producto local”, cuentan Tomeu Arbona, antes trabajador social y psicoterapeuta, y María José Orero, maestra de profesión, que desde hace casi quince años regentan el despacho con la ayuda de sus tres hijos, Clara, Adrià y Stella.
Fotografía: César Segarra