Mark Leonard es una sombra. Un ser mitológico en el mundo de las finanzas. Apenas hay un par de fotografías ‘robadas’ de internet de este inversor canadiense. No participa nunca en foros financieros. No se codea con el poder. Viaja en clase turista (poco), no tiene sueldo y suele ir en vaqueros. Pero en los últimos 20 años se ha convertido en la mayor revelación del sector financiero. Muchos le comparan con Warren Buffett. Tras su vestimenta sencilla, su larga barba y su mirada perspicaz, se esconde una de las mentes más brillantes de la Bolsa, que ha liderado la compra de más de 500 empresas para crear la décima mayor compañía de Canadá y amasar una fortuna personal de 4.400 millones de dólares (3.700 millones de euros).
Como Gandalf ‘el Gris’ —el hechicero que creó J.R.R. Tolkien para su obra El Señor de los Anillos—, Leonard ha sido capaz de reunir bajo el manto de la cotizada Constellation Software a un variopinto grupo de programadores y desarrolladores informáticos que operan en todo tipo de sectores. Firmas tan pequeñas como los hobbits o los enanos, despreciadas por los grandes gigantes tecnológicos, pero que con el liderazgo de Leonard se han alistado en una compañía del anillo de genios digitales, respetada ahora en todo el mundo.
José Luis Benito, consejero delegado de la gestora española de fondos de inversión True Value —con 250 millones de patrimonio—, empezó a oír hablar de Leonard en 2016. “Para nosotros es un ídolo, lo más parecido a un nuevo Buffett que ha surgido en los últimos años. Quien invirtiera en su compañía hace una década habrá multiplicado por 10 su inversión, lo cual es una barbaridad”, apunta el experto en conversación telefónica. “Le ves con sus pintas de cantante de los ZZ Top [Billy Gibbons], su sonrisa burlona y sus vaqueros, y nunca te imaginarías quién es y lo que ha conseguido”.
Mark Leonard nació en Canadá en mayo de 1956 y estudió Ciencias en una universidad de Guelph, a las afueras de Toronto. Según las crónicas locales, se lo tomó con calma. Tardó siete años en acabar la carrera, porque compaginaba los estudios con trabajos a tiempo parcial y la práctica de fútbol, baloncesto o rubgy, con sus casi dos metros de altura.
Antes de fundar Constellation, Leonard trabajó como peón, albañil, adiestrador de perros, e incluso de sepulturero. Después de obtener un máster en administración de negocios (MBA), acabó en el sector del capital riesgo.
Tras 15 años buscando inversiones para otros, en 1995 decidió fundar su propia compañía: Constellation Software. Leonard logró levantar 25 millones de dólares canadienses (unos 30 millones de euros) de antiguos clientes para empezar a comprar empresas. El grupo salió a cotizar a la Bolsa de Toronto en 2006 con una valoración de unos 58 millones euros. Hoy vale más de 52.000 millones. Es una rentabilidad media anual del 34%. Un rendimiento acumulado del 30.000%. Leonard ha hecho magia.

La clave del éxito ha sido su incansable afán por comprar pequeños negocios informáticos. Para Emérito Quintana, asesor del fondo Numantia Patrimonio —con más de 200 millones de euros de activos gestionados—, “Leonard ha demostrado una disciplina increíble a la hora de seleccionar firmas de nicho, muy especializadas, con mucho arraigo con sus clientes, y que compraba a unos precios atractivos”. El tamaño más habitual de estas adquisiciones es de tres millones de dólares.
La peculiaridad de la estrategia del fundador de Constellation Software es que, una vez compradas las compañías, no ha pretendido integrarlas en un gran grupo empresarial, sino que ha preferido que sigan siendo independientes. Mark Leonard adquiere firmas como los dueños de un programa utilizado por los talleres de reparación de coches, o un software crítico para matronas y ginecólogos. Nichos en los que las grandes tecnológicas no quieren entrar, pero en los que la fidelidad de los clientes a esas empresas es total. Casi siempre compra directamente la compañía a los fundadores.
Un anillo para gobernarlos a todos
Para mejorar la alineación de intereses, Leonard compensa a los dueños de los negocios adquiridos con acciones de Constellation, acompañadas de un plan de incentivos condicionado a que mantengan los resultados en los siguientes ejercicios. La fuerte revalorización de las acciones del grupo ha hecho que más de 100 empleados sean millonarios.
“Mark Leonard es un apasionado de las compras de empresas, se sumerge en cada nuevo sector”, detalla José Luis Benito, de True Value. “Nosotros le escribimos interesándonos por el grupo y al poco tiempo nos respondió para preguntarnos si conocíamos alguna firma que le pudiera interesar”.
Sus apariciones públicas se limitan a unas pocas intervenciones por videollamada durante la presentación de resultados de Constellation. La última fue hace 10 días, y su opinión sobre el impacto que tendrá la irrupción de la inteligencia artificial (IA) sobre las compañías de software corrió como la pólvora en medios especializados. El gurú hablaba. Los accionistas están preocupados. Las acciones han caído un 20% desde mayo. “Es verdad que la IA está generando incertidumbre entre nuestros empleados, accionistas y clientes”, afirmó Mark Leonard. El directivo tiró de humildad para reconocer que “no sabemos si con la adopción de la IA veremos cómo la productividad en el software se multiplica por 10 o si solo va a incrementarse un 10% y se mantendrá el statu quo”.
La actual embajadora de Francia en España, Kareen Rispal, se reunió en 2019 con él cuando era la representante gala en Canadá. “Mark Leonard es un empresario increíble y un líder exitoso que sigue creyendo que lo pequeño es hermoso. Compra empresas de software, incluidas algunas francesas, y las mantiene locales. Es muy estimulante”, escribía la diplomática en su cuenta de Twitter (ahora X). El presidente de Constellation Software acababa de adquirir Salvia Développment, una firma de programación con sede en París. Solo en 2022, el grupo se hizo con 134 empresas y desembolsó 1.743 millones de dólares.