El hábito atómico (japonés) que me ayuda a reducir el estrés diario
Hace unos días una amiga me contaba que su particular manera de reducir el tiempo de uso en redes sociales (concretamente en Instagram) consistía en instalarse la aplicación una vez al día, justo en el rato diario que tenía reservado para chequear las redes sociales y subir contenido. Y volverla a desinstalar después. Al principio, me pareció un recurso poco práctico, pero con su explicación lo entendí todo. “Las redes sociales me generan cierta adicción y de esta manera lo controlo y solo las consulto en ese momento. Pierdo menos tiempo instalando y desinstalando que dejando la aplicación visible en mi móvil ya que en ese caso puedo perder horas haciendo scroll”, decía. Me convenció, al fin y al cabo, era su particular estrategia para eliminar obstáculos que le quitaban tiempo y sumaban estrés –el estrés que sucede cuando tienes la sensación de haber dedicado tu tiempo libre a ver una secuencia de vidas irreales–. Todo ello me recordó a un hábito atómico que el creador de este concepto, James Clear, explica en su archiconocido libro sobre esos pequeños hábitos que generan grandes cambios en nuestra vida. Clear siempre insiste en que las claves para cumplir propósitos sin estrés es hacerlo fácil y hacerlo bonito (entre otras cosas). Y precisamente por eso hace referencia a una metodología que empezó en Japón a finales 1940, tal y como se explica en el artículo de New Yorker, Better All the Time. Se conoce como producción lean o racionalizada y comenzó cuando las empresas japonesas revisaron por completo sus cadenas de montaje para detectar errores antes de que sucedieran (y no después), llevando a cabo una producción ajustada en la que se eliminaban desperdicios de todo tipo que pudieran empeorar el proceso y el resultado. Y por desperdicios también entendían rediseñar el espacio de trabajo para no perder tiempo ni generar ‘desperdicios de movimiento’ yendo de un lugar a otro en busca de herramientas, por ejemplo. Con esta estrategia de eliminar barreras de cualquier tipo (no solo físicas, sino también lo que Clear llama ‘puntos de tensión o resistencia’) consiguieron ser mucho más productivos, generar productos de mayor calidad y ahorrar tiempo y dinero. Y esto también puede implicar eliminar distracciones, a imagen y semejanza de cómo lo hace la amiga de la que hablo al comienzo de este artículo.
La esencia de la técnica ‘lean’
Esta metodología de optimización de procesos no solo tiene una aplicación empresarial, sino también doméstica y mucho más mundana para hacernos la vida más fácil. Basta con googlear ‘lean productivity techniques’ para toparse con varios expertos que explican cómo llevar a la práctica estas estrategias para reducir el estrés diario que ocasionan ciertas situaciones cotidianas que se pueden simplificar si se optimiza el proceso. Por ejemplo, el experto en la materia, Brion Hurley, confirma que de esta manera se puede reducir la frustración, evitar la procrastinación y ahorrar tiempo. Y pone ejemplos ultrasencillos que pueden resumir la esencia de los beneficios de eliminar barreras o puntos de tensión: algo tan obvio como retirar los objetos del suelo que son obstáculos a la hora de pasar la aspiradora o clasificar las herramientas de trabajo al limpiar la casa –por categorías, eliminando lo innecesario y designando un lugar para cada cosa– para que esa tarea no sea tediosa sino algo rápido y práctico.
Reducir los puntos de tensión de las actividades diarias para vivir mejor
Clear insiste en la importancia de no forzar la motivación para mantener un hábito sino hacerlo fácil y simplificar. Y en lugar de tratar de vencer la resistencia para cumplir ese hábito, reducirla. “Por ejemplo, cuando decidas dónde practicar un nuevo hábito, es mejor elegir un lugar que esté en el mismo camino que recorres al realizar tu rutina diaria. Es más fácil construir hábitos cuando encajan en el flujo de tu vida cotidiana. Es más fácil que vayas al gimnasio si está de camino a tu trabajo, porque detenerte ahí no va a añadir mucha tensión a tu estilo de vida. Por el contrario, si el gimnasio está fuera del camino que normalmente sigues –incluso si son solo unas manzanas– tendrás que desviarte para poder llegar ahí”, explica. Todo odo esto tiene que ver también con el orden y la limpieza para facilitar el proceso y hasta diseñar ambientes que faciliten esas tareas y eliminen esa resistencia de la que habla Clear. Además, al eliminar esos puntos de tensión que nos restan tiempo y energía, “podemos lograr más con menos esfuerzo” y, como apunta el experto, aligeramos también la carga cognitiva que supone. En definitiva, se trata de hacer el camino fácil para cumplir los objetivos y reducir, por tanto, el estrés diario.
Algunas maneras de eliminar puntos de tensión en el día a día
- Dejar a la vista en la nevera los alimentos más saludables para recurrir a ellos cuando se tiene hambre. De hecho, la Escuela de Salud de Harvard afirma que según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Cornell, las personas que almacenaban dulces y bebidas con gas en la encimera de su cocina engordaban entre 9 y 11 kilos en comparación con las que no los tenían a la vista.
- Apagar el teléfono o ponerlo en modo avión cuando necesites concentrarte en el trabajo. La experta en neurociencia Ana Ibáñez lo llama crear ‘burbujas de concentración’ y consiste en trabajar sin interrupciones creando el ambiente para ello, sin móvil e incluso con música y encendiendo una vela. Todo suma.
- Practicar deporte al levantarse (para eliminar cualquier obstáculo o resistencia durante el día) pero dejando la ropa preparada la noche anterior.
- Dejar el teléfono en otra habitación durante las comidas y las cenas para poder comer de forma consciente, sin tener el impulso de mirar el móvil y disfrutando de la conversación. Comer así es mucho más saludable.
- Si quieres beber más agua durante la jornada laboral, llena una botella y ponla en tu mesa de trabajo. Así se evita el desperdicio de movimiento de tener que ir a por ella y generar cierta resistencia.
- A la hora de hacer la colada, muchos expertos aconsejan destinar una cuerda del tendedero para cada tiempo de prenda (al guardarla se ahorra tiempo y trabajo) y lavar los calcetines con pinzas de emparejamiento para no tener que perder tiempo haciendo parejas después.
- Al empezar la rutina de cuidado facial se puede poner en la encimera del baño lo que se va a usar para no tener que rebuscar en el armario y evitar el estrés de no encontrar algo y, por tanto, el riesgo de ahorrarse pasos. Se trata de poner fácil el autocumplimiento de este paso y disfrutarlo.