El hábito de los daneses para sentir calma y felicidad en casa
Hace un par de años cuando estaba amueblando mi casa, estuve casi dos horas decidiendo qué lámpara compraba para el salón, ese lugar concebido para el descanso a modo de refugio en el que se puede solucionar casi cualquier mal día con pequeños placeres cotidianos como leer o ver una serie (y la tranquilidad de estar en casa). Probé varios modelos con diferentes tipos de bombillas hasta que di con la lámpara y la bombilla con los lúmenes precisos (lo reconozco, no fue fácil, esas medidas que miden la cantidad de luz me vuelven loca) que me llevaría a mi nuevo salón. Si en ese momento hubiera conocido este hábito danés todo hubiese sido más fácil. No olvidemos que son expertos en encontrar la felicidad en casa y pioneros en el término hygge o, lo que es lo mismo, crear una atmósfera acogedora en el hogar. Pero ha sido ahora, en mi obsesión por maximizar el bienestar en casa con pequeños gestos, cuando lo he conocido. Lo explica Meik Wiking –danés, director del Instituto de la Felicidad de Copenhague y una de las personas que más sabe sobre hygge– quien lo explica en su libro Hygge Home: cómo hacer de tu casa un espacio feliz.
Sabemos que intentar maximizar las posibilidades de luz natural que tenga una casa es siempre la mejor opción, ubicando, por ejemplo, el escritorio o el sofá cerca de las ventanas para aprovechar los beneficios de esta luz. Pero el experto insiste también en la importancia de saber elegir lámparas y tipos de luz (más fría o más cálida) recordando dónde vamos a colocar esa lámpara, que función debería tener y con qué estado de ánimo queremos teñir la habitación. “Una luz suave y cálida puede ser perfecta para cenar o para tomar una copa de vino, pero cuando tengamos que lavar los platos, necesitamos una luz más potente para ver bien”, cuenta.
La importancia de crear islas de luz (con luces descendentes)
Para crear una atmósfera cálida, el experto aconseja crear rincones o islas de luz, fijándose en las zonas oscuras del salón e intentado crear esos puntos con lámparas con iluminación descendente y bombillas de luz cálida y suave. También pueden ser lámparas de pie o de resplandor de techo o, incluso, varias lámparas de mesa o de noche en la zona del sofá o de la sala de estar. Para iluminar de forma general estas estancias pensadas para la desconexión los expertos en hygge aconsejan también las lámparas de techo o de pared con pantallas de cristal o tejidos holgados para crear una luz difusa y dispersa, y no las clásicas de araña.
Encender velas a la hora de cenar o ver la tele
Si resulta difícil llevar a cabo este hábito (sin una inversión económica de por medio para cambiar todas las lámparas del salón), otra alternativa para empezar a ponerlo en práctica es hacer pequeños cambios como intercalar diferentes lámparas de luz cálida, suave y descendente con velas que se pueden encender en momentos que incitan a la calma o la relajación como la cena o la sobremesa. Su luz cálida es sinónimo de hygge –siguiendo con la filosofía danesa que tanto cultiva el placer de lo cotidiano de puertas para dentro– y si además se elige alguna con un olor especial, el poder relajante puede ser aún mayor. De hecho, según las reglas del Scent Scaping o, lo que es lo mismo, crear espacios olfativos en casa, para el salón los aromas cálidos y especiados son perfectos y eso incluye notas de jengibre, sándalo, higuera, pino… Porque si cruzamos dos datos que son estadística y ciencia pura –pasamos un 68,7% de nuestro tiempo en casa, tal y como apunta Wiking, y según la OMS, una exposición a una luz inadecuada pueden aumentar la probabilidad de depresión–, parece que cualquier detalle que nos haga cuidar un entorno en el que pasamos nuestras horas más importante del día es necesario. Es otra manera de cuidar la salud mental.