El hábito que ayuda a la formación de nuevas neuronas
Aprender japonés por el placer de saber algo nuevo (sin un fin laboral de por medio). Hacer crucigramas por primera vez en tu vida a los 30. Ir a clases de piano. Visitar un museo. Hacer petit point. Ir a un curso de cerámica. Apuntarse a un club de lectura. Cualquier actividad o iniciativa que plantee un reto a tu cerebro –más allá de los que tengamos que asumir por obligación en el trabajo–suma años a la salud cerebral. Y, aunque pueda sonar a mito, ayuda a la formación de nuevas neuronas (incluso las que creíste haber perdido en tu juventud por excesos varios). Es una de las afirmaciones en la que insisten los expertos en neurociencia en todos y cada uno de sus discursos. Ponemos un ejemplo: en el nuevo libro de Beatriz Larrea, El cerebro atómico (La esfera de los libros), la investigadora se hace eco de que el cerebro puede regenerarse y que tener un ambiente estimulante favorece esa neurogénesis o formación de nuevas neuronas. De hecho, hace referencia a informes publicados en The Lancet que confirman que retar el cerebro es un seguro de vida para la reserva cognitiva, una especie de plan de pensiones. Cuanta mayor estimulación cognitiva a lo largo de los años por la educación y complejidad del ambiente laboral, menor riesgo de demencia (Larrea da otro dato: la jubilación puede acelerar el 40% de deterioro cognitivo precisamente por la inactividad que puede acarrear). Por eso la experta habla de la curiosidad por aprender nuevas cosas como hábito para estimular esa formación de neuronas ya que plantean un desafío al cerebro.
Sin duda, los cerebros curiosos acaban teniendo mejor salud a la larga. La doctora Amaya Manrique, del área de precisión de The Beauty Concept, confirma a esta cabecera que esta estimulación cognitiva, es decir, participar en actividades que desafíen al cerebro aprendiendo algo nuevo, fortalece las conexiones neuronales. “La neuroplasticidad es la capacidad que tiene el cerebro para adaptarse, cambiar y reorganizarse a lo largo de la vida. Nuestras neuronas pueden formar nuevas conexiones, fortalecer las ya existentes o incluso crear rutas alternativas. Esto realmente es un proceso natural que se produce por ejemplo cuando aprendemos algo nuevo. Para entendernos: nuestro cerebro está lleno de carreteras, las conexiones neuronales, y cuanto más usas una carretera más tendencia tienes a volver a usarla y a que esta se vuelva más fuerte y rápida, pero si dejamos de usarla puede llegar a desaparecer, favoreciendo o creando caminos nuevos para llegar al mismo lugar”, explica. Por tanto, empezar cualquier actividad desde cero, con la curiosidad de un niño, nos puede ayudar a buscar nuevas carreteras y alternativas.
El estado de flow: más concentración y menos estrés
Piensa en todas esas veces que has empezado un hobbie o algo nuevo en el trabajo. Esas primeras veces que nos resultan motivantes consiguen llevarnos a un nivel de concentración en el que el tiempo vuela. No hay distracción que valga, ni notificación del móvil que te pueda sacar de este estado en el que todo fluye. Cuando eso ocurre llega el denominado estado de flow. Tal y como nos explicaron las fundadoras de ellas Coach, Leïla Salamat -de Blignières y Laura G. Ortiz de Zárate, “cuando nos encontramos inmersos en una actividad que nos gusta mucho, suficientemente retadora para no aburrirnos, y no demasiado difícil para no frustrarnos, entramos en estado de flow. Ocurre con aquellas tareas que nos hacen perder la noción del tiempo, que nos producen tensión creativa y en las cuales tenemos una productividad elevada”. Y cuando eso ocurre el estrés desaparece porque esa motivación, disfrute y concentración que requiere aprender algo nuevo (pero no frustrante) porque, entre otras cosas, nuestro cerebro genera dopamina, una hormona del bienestar relacionada con el placer, la motivación y la recompensa.