En los crispados debates de la democracia española, conviene recordar que José Luis Ábalos ya no es militante del PSOE, forma parte del Grupo Mixto en el Congreso y su antiguo partido votó a favor de que perdiera el aforamiento para que fuese juzgado. Yo no opino sobre su culpabilidad, no sé, pero celebro la decencia de que un partido evite convertirse en amparo de figuras sospechosas. Fue también el caso de Errejón y Sumar. La psicolingüística nos ha enseñado que uno mismo debe controlar sus monólogos interiores si se quiere mantener un buen estado de ánimo público. La persona que se abandona a la furia interior acaba comportándose con ira desatada. Eso me lo enseñó la poesía, porque uno debe controlarse por dentro para no escribir versos que aparezcan como desahogos de patetismo o cursilería. También se aprende en el camino del colegio y del trabajo. Sofocar los arrebatos ayuda a no entrar en conflicto con los demás. En política, esa necesidad de pudor ético debe respirarse dentro de los partidos.
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