El mes pasado, el comediante estadounidense Jimmy Kimmel cedió por unos días la conducción de su programa nocturno en la cadena ABC al actor mexicano Diego Luna. Al final de su semana al frente, Luna agradeció la oportunidad recordando el privilegio que supone ejercer libremente la sátira política, noche tras noche, en televisión. Su observación, tan natural para quienes conocen de cerca los riesgos de cuestionar al poder, probablemente resultó ajena para buena parte de la audiencia estadounidense. Después de todo, la sátira política televisiva es un elemento histórico de la cultura popular en Estados Unidos.
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Sáb Ago 16 , 2025
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