
El Santander vuelve a tropezar en la piedra de Reino Unido. El regulador británico de los servicios financieros, la FCA, ha publicado este mismo mes unas primeras conclusiones sobre un pleito sobre la financiación a automóviles de Reino Unido. Ha concluido que las entidades involucradas, entre las que se encuentra la que pilota Ana Botín, deberán indemnizar a los consumidores con unos 8.200 millones de libras (9.400 millones de euros). Esto ha supuesto que la mayoría de los bancos implicados hayan elevado sus provisiones vinculadas a este tema tras la decisión del regulador, excepto el Santander. Los inversores contienen la respiración a la espera de que dé señales al respecto en los próximos meses.
Las pesquisas se centran en presuntos acuerdos entre los concesionarios y los bancos para impulsar al alza el tipo de interés de los préstamos de compra de automóviles, con la fijación de un precio diferente para cada préstamo, lo que añadía incentivos a los vendedores de coches a poner un tipo alto y cobrar más comisiones. La FCA prohibió esta práctica en 2021 y, en medio de una proceso ante la justicia británica sobre el asunto, ha abierto la puerta a reclamaciones millonarias a las entidades financieras. El importe consignado, estos más de 9.000 millones de euros, serán afrontados al 50% entre financieras y concesionarios.
El Santander sorprendió al mercado hace justo un año por este motivo. Tras una sentencia, en la que el Tribunal de Apelaciones falló en contra de los bancos, suspendió la presentación de los resultados de su filial británica en el tercer trimestre del año pasado. Lo hizo unas semanas después, cuando reconoció una provisión por este asunto de 350 millones. La cifra estaba ya entonces en la banda baja de lo que esperaban los analistas.
Tanto estos expertos como muchos inversores creen que la situación ahora se ha agravado aún más. El mercado eleva sus dudas sobre si el Santander puede dar una sorpresa a los inversores próximamente al verse obligado a provisionar más. O que pueda ser una bomba que se deflagre en un momento determinado del futuro, con la entidad registrando ahora beneficios históricos y volando en Bolsa. La cifra actual ya le supuso un impacto de 19 puntos básicos en el capital de su filial británica.
La decisión del FCA ha provocado que el resto de entidades involucradas en el asunto hayan elevado unas provisiones que de partida eran más elevadas que las del Santander en relación con su tamaño. Lloyds, por ejemplo, las ha incrementado en 800 millones de libras (914 millones de euros) y ha pasado de 1.150 millones de libras (1.300 millones de euros) a 1.950 millones de libras (2.200 millones de euros). Estas cifras reflejan, de acuerdo a la comunicación del banco británico a la Bolsa, el incremento en la probabilidad de un número histórico de reclamaciones, que lleguen hasta 2007, así como de una cuantía mayor de lo anticipado previamente. Considera, eso sí, que la metodología propuesta por la FCA para calcular las indemnizaciones no es la adecuada y que presentará alegaciones.
Otros bancos han adoptado posturas similares a la de Lloyds. La financiera británica Close Brothers ha apartado en sus cuentas 165 millones (200 millones de euros) y Bank of Ireland ha elevado las provisiones de 143 millones (163 millones) a 350 millones (400 millones). También se espera que el sudafricano First Rand mueva ficha en este sentido.
Con respecto al Santander, las opiniones están enfrentadas. Algunos analistas consideran obligatorio que eleve las previsiones e incluso que las cifras se vayan al doble de lo previsto hace un año. Otra visión apunta a que el documento publicado por la FCA es una resolución provisional, sobre la que caben alegaciones, por lo que el banco no está todavía obligado a recalcular el impacto. “Santander UK está revisando la consulta de la FCA antes de tomar cualquier decisión”, indica un portavoz del banco. Más aún, después de que el Tribunal Supremo británico revisase la decisión del Tribunal de Apelaciones y diese parcialmente la razón a los bancos.
En cualquier caso, el negocio del Reino Unido ha ocupado un papel central para el Santander en los últimos meses. Tras el estallido del caso a finales del año pasado, el mercado incluso llegó a especular con la venta de todo el negocio en ese país, algo que fue negado una y otra vez por la presidenta, Ana Botín. En su lugar, optó por dividir el negocio de financiación de coches del resto de su filial británica. Y en verano dio un gran golpe encima de la mesa al adquirir el negocio del Sabadell en ese país, TSB, por más de 3.000 millones y dar un gran salto allí.
