No llevo ni quince días usándolo, y prometo que al menos media docena de personas me han preguntado ya por mi perfume. Literalmente, hace dos días una mujer me paró por la calle para averiguarlo —aún cuando eran las siete de la tarde y me lo había aplicado a las 8:30 am, justo antes de salir de casa—, y el día que lo estrené —aprovechando su tamaño para llevármelo de viaje— mi vecino de asiento en un vuelo a Londres entabló conversación antes de quedarse dormido solamente para apuntarse el nombre, y comprárselo a su pareja al llegar al aeropuerto de destino. Visto lo visto, quise poner a prueba su aroma con mi habitual estudio de campo: preguntar a mis amigas, a mi novio, a mi madre e incluso a varios conductores de Uber. La respuesta, clara y unánime: para mi sorpresa, a todos les gustaba y sorprendía. Y digo ‘para mi sorpresa’ porque la fragancia en cuestión no era otra que la versión l’EAU del perfume más famoso del mundo, el clásico Nº5 de Chanel y, aún tratándose de un olor tan reconocible, ninguno de mis encuestados se había dado cuenta. Este dato solo confirmó lo que ya sabía: se parece a su predecesor, sí, pero con muchos matices.
En mi caso, debo admitir que nunca estuve en el club de fans de la versión original. No nos malentendamos, sé que es un buen perfume, pero nunca fue un aroma que pegase conmigo; demasiado intenso, demasiado dulce, demasiado persistente para una persona que utilizó Nenuco hasta su adolescencia. Así, la edición limitada de la versión L’EAU de esta esencia suponía la excusa perfecta para darle otra oportunidad. Los motivos, dos: el primero, su frasco en forma de gota. No se debe juzgar un libro por su portada, es cierto, pero en este caso era inevitable; su envase se inspiraba en la famosa cita de Marilyn Monroe sobre su particular rutina de noche —portada de Time en 1952, la cantante y actriz contaba en ese medio una anécdota que continúa resonando hoy en día: “Una vez un tipo me dijo: ‘Marilyn, ¿qué te pones para dormir? Así que le dije ’solo una gota de Chanel Nº 5‘”—. Una frase tan icónica como el propio perfume, que analizamos al detalle en este artículo. Mi segunda razón, su aroma: más fresco, más desenfadado, manteniendo la nota aldehídica mezclada con jazmín, rosa y ylang-ylang de la versión clásica, pero añadiendo cítricos y madera de cedro. La simbiosis perfecta entre el pasado y el futuro que, ahora sí, había conseguido robarme el corazón.
Un perfume 24/7, y el mejor truco para que su aroma aguante durante todo el día
Ya como adicta confesa de este perfume y tras haberlo usado sin parar durante las últimas dos semanas, puedo afirmar que su duración es muy buena. Aún así, tanto para este como para cualquier otro aroma, existe un truco que siempre pongo en práctica para mantener la fragancia el mayor tiempo posible: aplicarla tras haberme extendido la crema corporal (sin perfume) por el cuello y el escote. Así la piel no absorberá tan rápido el perfume y la fijación aumentará. Un tip sencillo y especialmente recomendable para pieles secas, con el que nuestro aroma favorito se mantendrá intacto durante todo el día o, como Marilyn, toda la noche.