El Museo Universidad de Navarra (MUN), ubicado en Pamplona, es un caso insólito por varios motivos. Primero, por ser un centro artístico asociado a una institución académica, una cualidad que comparte con otros pocos en nuestro país a pesar de ser algo habitual en el mundo anglosajón; y segundo –y más importante–, por acumular unos fondos fotográficos absolutamente inéditos en España –por contenido, valor histórico y tamaño–, tanto como para ser conocido de manera oficiosa como ‘el Prado de la fotografía’. La historia del MUN arranca con la donación de más de 3.000 imágenes, además de miles de negativos, que José Ortiz Echagüe (1886-1980) realizó en 1981 a la universidad. Casi 30 años después, en 2008, la coleccionista navarra María Josefa Huarte (1927-2015) donó a la misma institución su colección de arte contemporáneo, que incluía piezas de Kandinsky, Rothko y Picasso, con la condición de abrir un museo que la albergase y la petición de que este fuese obra del arquitecto Rafael Moneo. Posteriormente, en los años 90, el organismo se puso en contacto con Rafael Levenfeld (1955-2023) y Valentín Vallhonrat, artistas, fotógrafos y gestores culturales, quienes plantearon la creación de una colección de imágenes desarrollada en o sobre nuestro país con autores que hubiesen trabajado aquí, ya fuesen nacionales o extranjeros. “Existían catálogos fotográficos sobre Francia e Inglaterra, pero no sobre España. Cuando ibas a comprar las obras, casi te las regalaban porque no había un mercado en torno a ellas. Levenfeld y Vallhonrat vieron ahí una gran oportunidad de ir creando esa colección. Se procedió sin hacer ruido, para que no se dispararan los precios y porque la universidad siempre intenta hacer las cosas con profesionalidad, discreción y mentalidad de servicio”, explica Jaime García del Barrio, director general del MUN. Tiempo después, en 2015, el deseo de Huarte se cumplía y el museo abría sus puertas en un edificio proyectado por Moneo en el campus.
‘Bailarina de escuela bolera’, Alphonse de Launay