La diferencia entre el Valencia y el Oviedo parecía ser Danjuma. Un hombre con gol que los de Mestalla tenían y el equipo asturiano, muy cándido en ataque, sin goles fuera de casa hasta este martes, no. Pero el partido dio un giro inesperado y el neerlandés le arrebató el balón a Pepelu para tirar un penalti que podría haber sido el 2-0 en el minuto 75 y que, después de fallarlo, de la parada de Escandell, providencial, le dio alas al conjunto de Paunovic. El Oviedo acabó tumbado al Valencia, invicto en su campo, en dos ataques postreros de un partido con retardo, jugado un día después de lo previsto por la alerta roja que había la víspera en la provincia por una gran borrasca.
1
Julen Agirrezabala, Dimitri Foulquier, José Gayà, César Tárrega, Mouctar Diakhaby, Arnaut Danjuma (Dani Raba, min. 77), Javi Guerra (Pepelu, min. 54), Luis Rioja (Largie Ramazani, min. 84), Baptiste Santamaría, André Almeida (Diego López, min. 54) y Hugo Duro (Lucas Beltrán, min. 54)
2
Aarón Escandell, Lucas Ahijado, David Carmo, Dani Calvo, Rahim Alhassane, Leander Dendoncker, Alberto Reina (Ilyas Chaira, min. 75), Santiago Colombatto, Haissem Hassan (David Costas, min. 87), Josip Brekalo (Luka Ilic, min. 64) y Federico Viñas (Salomón Rondón, min. 75)
Goles
1-0 min. 3: Arnaut Danjuma. 1-1 min. 84: Luka Ilic. 1-2 min. 85: Rondón
Arbitro Ricardo de Burgos Bengoetxea
Tarjetas amarillas
César Tárrega (min. 55), Federico Viñas (min. 60), Luka Ilic (min. 70), Alberto Reina (min. 73), Paunovic (min. 76)
Tarjetas rojas
Luka Ilic (min. 91)
El Valencia es capaz de presentar dos caras en solo 45 minutos. Lo sufrió Mestalla, exultante en el desbordante inicio del partido, con un gol y un par de ocasiones en los primeros instantes, cuando Escandell no paraba de sacar manos, y desesperada al final, cuando el Oviedo, en vista de que su rival parecía anestesiado después ese arranque, se creció y acabó poniendo en verdaderos apuros a Agirrezabala.
Dos golpes de cintura de Luis Rioja en una esquina del área, junto a la línea de fondo, le generaron el espacio necesario para meter un pase milimétrico que La Cobra Danjuma convirtió en el 1-0 con un gran remate en escorzo. Ya lleva tres en la Liga el neerlandés, un delantero que desborda con facilidad y que estuvo muy cerca toda la noche de lograr el segundo.
Carlos Corberán creía vivir al fin un partido plácido. Viñas habitaba en una isla, allá donde del área del meta blanquinegro. Siempre en solitario a la sombra de dos zagales como César Tárrega, con trazas de central de largo recorrido en este club, y el querido Diakhaby.
Pero el viento empezó a cambiar a los 15 minutos, cuando el equipo de Paunovic trenzó la primera jugada de mérito. Un señal de que la noche podía serles propicia. El Valencia se ablandó
porque Javi Guerra no sabía cómo desentrañar el acertijo defensivo del equipo asturiano y Almeida, recién renovado, no encontraba su sitio. El Valencia ha ganado filo con Danjuma, pero su presencia le arrebata muchos metros a Gayá, que pierde recorrido y hasta tiene que escucharse algunos silbidos. Lo nunca visto. Cuando el balón iba de vuelta, Hassan le fue cogiendo el gusto a castigar esa vocación ofensiva del flanco izquierdo del cuadro blanquinegro, que empezaba a pasar verdaderos apuros en el tramo final del primer tiempo.
Carlos Corberán empieza a conocer que la afición de Mestalla es históricamente volátil y que si en junio le trataba como a un héroe, en unas semanas podía escuchar sus pitos porque no les gusta el equipo. Siempre ha sido así y Gayá, el capitán, tenía que pedirle calma a la hinchada. El Oviedo, esta vez sin Santi Cazorla, tuvo el empate a su alcance durante muchos minutos, pero ahí quedó en evidencia que tiene uno de los ataques más cándidos de la Liga.
El técnico de Cheste decidió corregir el esqueleto de su equipo. Necesitaba recuperar el control en el centro del campo que parecía haberse apropiado el gaditano Alberto Reina. Corberán retiró a los tres jugadores más desorientados -Guerra, Almeida y Hugo Duro- para intentar cambiar la dinámica. El Valencia recuperó el dominio y encontró algo más de amenaza. Suficiente para aplacar a un Oviedo que volvió a recular ante la que se le venía encima. Entonces llegó el penalti, el fallo de Danjuma y la resurrección del Oviedo.