El perfume de bebé que se vende solo (desde hace más de 35 años) es el que voy a usar para dormir mejor y perfumar mis sábanas

El perfume de bebé que se vende solo desde hace más de 35 años

Sobre el furor de los perfumes y colonias de bebé que usan muchas mujeres (y no solo madres) hemos hablado largo y tendido. Hay algunos que atesoran listas de espera en e-commerce de cosmética nicho; otros que son bestseller en las farmacias y otros, como Tartine et Chocolat Ptisenbon de Givenchy, son un clásico dentro del mercado de las fragancias de bebé con una trayectoria exitosa totalmente orgánica (sin acciones de marketing ni publicidad de por medio) que confirma el poder emocional de los aromas en general y de las fragancias de bebé (suaves, jabonosas, cítricas y atalcadas) en concreto. Tal y como nos confirman desde Givenchy en España, ese aroma de flores blancas empolvadas como jazmín y lirio y notas cítricas como el limón, es una fragancia con un público muy fiel que, sin apenas ninguna acción de marketing, “se vende sola”. De hecho, afirman que es una fragancia intergeneracional, es decir, que las madres que la compraban para sus bebés la compran también para sus nietos, y la regalan con frecuencia siempre que hay un nacimiento cerca. Una teoría que, si se googlea su nombre en busca de reseñas honestas, se confirma con el testimonio de mujeres que cuentan que es un aroma que pasa de madres a hijas y que, incluso, se queda en el baño de muchas mujeres que lo convierten en su colonia de bienestar. Para mí ya es mi fragancia ‘de irse a la cama’, perfumándome con ella después de la ducha para hacer ‘corto y cambio’, separar el día de la noche y, al mismo tiempo, vaporizar las sábanas de la cama para redondear esa experiencia de bienestar a través de olores que recuerdan a la infancia.

Además, tiene el valor añadido (y nostálgico) de que fue la primera fragancia infantil de una casa de lujo y también la que inició la conversación en torno a estos aromas, desterrando en cierta medida a las colonias de baño de toda la vida con las que se perfumaba a los bebés antes de la llegada de perfumes nicho infantiles. En 1988, Chicago Tribune dedicó un artículo al fenómeno que ocasionó el lanzamiento de este perfume de Givenchy en ese momento, informando que la tienda FAO Schwarz de Nueva York reportó unos ingresos de más de 40.000 dólares en la primera semana de venta de este aroma en la icónica juguetería de la Quinta Avenida. Y aunque entonces (y en ese mismo artículo) causó cierto desconcierto que un perfume nicho de bebé generará tanto interés –“¿Qué se dice de una madre cuando su bebé huele a perfume francés de 30 dólares? Nada que la mayoría de las mamás estadounidenses quieran escuchar”, rezan unas línea de este artículo–, la realidad es que hoy el mercado de estos perfumes está en crecimiento. Y cada vez son más las marcas de lujo que lanzan su versión infantil, pensando no solo en los bebés o niños que la usarán, sino también en la demanda de muchas mujeres adultas que buscan aromas limpios y reconfortantes con notas clásicas presentes en estas declinaciones junior.

Usar un perfume para dormir es un gesto de autocuidado

Volviendo al titular de este artículo, usar un perfume fresco o de bebé para dormir, vaporizándolo tanto en la piel, como en el camisón o pijama y en las sábanas– es un gesto de autocuidado que muchas francesas practican como ritual antes de acostarse por el poder emocional que tienen los perfumes y las bondades que implica marcar esa separación entre el día y la noche. Es una manera de incitar al cuerpo y al cerebro a ponerse en modo de desconexión (la maquilladora Violette, pro ejemplo, dice que en su mesita de noche nunca falta un aroma a base de almizcle. Y Mathile Thomas, fundadora de Caudalie, siempre vaporiza su almohada con una bruma aromatizada). Yo no soy francesa, pero desde que descubrí este gesto lo practico cada noche y es mi particular rito para poner mi cerebro en modo off (y regodearme en todo lo bueno que tiene un olor fresco, rico y con un toque empolvado).

La ciencia confirma que los perfumes pueden ayudar a dormir mejor

El olfato es el sentido más evocador y hay ciertas notas (precisamente las que suelen incorporarse a los aromas infantiles) que mandan al cerebro una señal de confort y familiaridad. Pero hay estudios científicos que han ido más allá y han corroborado el poder de los olores para mejorar la capacidad de concentración, la memoria y para dormir más profundamente. El último, uno llevado a cabo por el departamento de Neurobiología de la Universidad Irvine, de California. En él se analizó cómo el llamado ‘enriquecimiento olfativo’, mediante difusión de aromas en el dormitorio dos horas antes de acostarse, podía mejorar la capacidad cognitiva y neuronal de personas de entre 60 y 85 años. Además de comprobar una mejora en ese sentido, también se insiste en dicha investigación en la capacidad de los aromas para inducir un sueño más profundo y reparador. Todo cuadra.

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