La marca de perfumes que usan las parisinas desde los años 70: L’Artisan Parfumeur
No hay parisina que no use (o conozca a alguna otra parisina que ame) alguno de los perfumes de L ‘Artisan Parfumeur. Esta marca –una de las primeras en el mundo en iniciar el fenómeno de la perfumería nicho– se fundó en 1976 y abrió tienda en París cuando casi ninguna casa de perfumes tenía tienda propia. Y cuando el almizcle no era el ingrediente fetiche de la perfumería sino un olor que solía usarse de forma generalizada en productos de limpieza. Puede que por eso cuando en París nombras L ‘Artisan Parfumeur durante una conversación entre mujeres siempre hay alguna que recuerda a una madre, tía, abuela o amiga usando alguno de sus perfumes, sobre todo el primero y más mítico Mure et Musc, una oda al almizcle combinado con musgo de roble, albahaca, moras, limón… Para muestra, el recuerdo de Mélanie Nauche, editora de belleza de Vogue Francia, que nos cuenta cómo este aroma se convirtió en un básico para ella tras descubrirlo en el cuarto de baño de una de sus tías. “Recuerdo el olor de mi tía, que lo usaba cuando yo era niña. Ella vivía en París y para mí este aroma era el perfume parisino por excelencia. Años más tarde, cuando me mudé a París, inmediatamente salí y compré el perfume, y siempre ha quedado asociado a mis primeras experiencias en la capital. Es más, me di cuenta de que muchas de mis amigas de aquí ya lo llevaban o lo conocían. ¡Merece de verdad su estatus de perfume de parisina!”, afirma con nostalgia. Y lo cierto es que es un bestseller en París y uno de los aromas más reconocibles de la enseña en todo el mundo.
De Mure et Musc a Abyssae 33, el favorito de la prensa española
Y aunque Mure et Musc es un clásico, no es casualidad que durante la presentación a prensa de la tienda L’Artisan Parfumeur que acaba de inaugurarse en el barrio de Las Salesas de Madrid hubiera un claro favorito entre las editoras de belleza allí presentes, Abyssae 33. Un aroma inspirado en la profundidad del océano (lo de 33 es por el número de intentos que se llevaron a cabo hasta lograrlo) que huele a eucalipto y rosa salvaje con el toque cremoso de la cachemira. Fue el favorito de casi todas (y también de varios hombres) porque es muy diferente a cualquier otro aroma del mercado, precisamente por esa mezcla de olor mentolado del eucalipto con cierto acabado lechoso y dulce (también tiene notas de higo). En la web de Fragantica, por ejemplo, algunos de sus fieles dicen incluso que lo usan para dormir por su efecto reconfortante, aunque también es un perfume infalible para el día con la permanencia y estela perfectas. “Es suficiente para un día de trabajo, pero no empalaga demasiado”, dice otra de sus usuarias habituales.
Las francesas, siempre inspiración en materia de perfume
Que los aromas que usan las parisinas se conviertan en referente para las españolas tiene mucho que ver con esta cultura del perfume tan particular que tienen las francesas. No se perfuman como las demás. De ellas aprendimos las bondades de usar perfume en el pelo –Caroline de Maigret dixit-; de caminar a través de la nube que crean al vaporizarlo –es uno de los trucos de Laetitia Casta– y de utilizar fragancias masculinas, a imagen y semejanza de como lo hace Garancé Doré. Ellas lo hicieron primero.
