Gelatina: el postre alto en proteinas y colágeno pero bajo en calorías
Existen postres dulces, ricos, fresquitos y apetecibles, que a la vez son bajos en calorías y hasta altos en colágeno. Sí, todo a la vez. Y sí, ‘dulce’ y ‘bajo en calorías’ pueden ir en la misma frase. ¿De qué hablamos? Bien, una pista: lo merendabas en tu infancia, lo puedes encontrar de mil y un sabores y colores y su preparación es, quizá, la más sencilla de entre todas las recetas de repostería. Nos referimos a la gelatina, y a sus mil y un beneficios que tal vez desconocías. Laura Parada, nutricionista y autora del libro Qué nos mueve a comer así, explica el furor: “La gelatina siempre fue considerada un alimento para niños o servido en hospitales, pero ahora, con el boom de las proteínas y el colágeno, este antiguo postre volvió a resurgir”. Porque sí, también es una bomba de colágeno. Todo ventajas.
Mar Ordoñez
Pero, ¿qué es la gelatina?
“La gelatina es una proteína hecha de colágeno animal. Se define como la proteína natural, obtenida mediante la hidrólisis parcial de colágeno producido a partir de huesos, pieles, tendones y cartílagos procedentes de animales», explica la experta, y continúa: «Es una sustancia semisólida, incolora, translúcida y casi insípida, muy fácil de digerir. Y aunque su composición es de un 85% – 90% de proteína, su valor nutritivo es incompleto, ya que es deficiente en ciertos aminoácidos esenciales como valina, tirosina y triptófano”. Traducido a nuestra dieta, esto significa que no es suficiente con tomar una, ni dos, ni tres gelatinas para cenar o comer. No es un sustitutivo, solo una opción saludable y proteica para cerrar con un broche dulce nuestras comidas.
“También encontramos la gelatina vegetal que se obtiene de algas marinas como el agar-agar, adecuada para aquellas personas que llevan una dieta libre de productos de origen animal», añade Parada como solución vegana. Además el agar-agar, aunque con menor contenido de proteínas, se considera mas saludable gracias a su alto contenido en fibra, que mejora el tránsito intestinal y en última instancia resulta más saciante. Y por si fuese poco, esta gelatina es también fuente de minerales como el yodo, el magnesio, el calcio y el potasio. Un cóctel de beneficios tan apetecible como saludable.
¿Comer gelatina aumenta la producción de colágeno?
La respuesta corta es sí; la larga, nos la da Parada. “La gelatina en su forma natural sin agregados es ideal para dietas de adelgazamiento por su bajo contenido calórico, gran aporte de agua (que genera saciedad) y su fácil digestión. Y sí, el consumo diario de gelatina podría aumentar la producción de colágeno en el cuerpo porque es rica en aminoácidos esenciales y en, valga la redundancia, colágeno, por lo que puede ser beneficiosa para la salud de las articulaciones y la piel”.
Aunque, eso sí, la nutricionista recalca una cuestión clave: “Es importante tener en cuenta que estos beneficios no son aplicables a las gelatinas comerciales saborizadas, que contienen grandes cantidades de azucares refinados, aditivos, edulcorantes y colorantes artificiales. Hay marcas que ni siquiera tienen gelatina en su composición, y sus propuestas son a base de agua y estabilizantes como carragenanos y goma gorrofín (entre otros), además de edulcorantes artificiales y aditivos nocivos para la salud”. Conclusión: siendo un postre tan fácil de preparar, mejor hacerlo en casa y reservar en la nevera para cuando nos apetezca un tentempié o matar el antojo de picar entre horas sin pecar.
¿Cuál es, entonces, la gelatina más saludable?
“La gelatina en laminas, que solo contiene gelatina de diversos orígenes. La que conseguimos en el supermercado ya preparada puede contener azucares, edulcorantes y aditivos artificiales». Por esto, recomienda la experta, lo mejor es comprar gelatina en láminas o agar- agar y preparar postres saludables en casa, utilizando también ingredientes nutritivos con zumos naturales de frutas, leche, frutas en trozos, semillas de chía, coco, kéfir y cacao natural. Las combinaciones son tantas y tan variadas como imaginación se tenga, y ninguna es mala opción. Quién nos iba a decir que nuestra merienda de la infancia sería, tantos años después, el postre más apetecible y beneficioso del verano.
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