‘Señora Doubtfire’, ‘El fugitivo’, ‘La lista de Schindler’, ‘La tapadera’, ‘Una proposición indecente’, ‘Máximo riesgo’, ‘Algo para recordar’, ‘En la línea de fuego’ y ‘El informe pelícano’. ¿Qué tienen en común todas estas películas? Absolutamente nada, al menos a priori, ¿verdad? Se trata de nueve películas totalmente independientes y bien diferenciadas entre sí, con las que el público tenía expectativas pero no certezas: no le debían nada a ninguna otra obra anterior ni posterior. Bien, pues estas fueron las cintas que completaron el top 10 anual de taquilla en 1993, el año que dominó ‘Parque Jurásico’. Y compararlo con la actualidad da mucho en lo que pensar.
Bienvenidos a la mediocridad
En la lista de las películas más taquilleras de 1993 tenemos que bajar hasta el puesto 19 para ver la primera secuela, ‘Sister Act 2’. De hecho, entre las 50 que entraron en la lista, tan solo había cuatro segundas partes. No hace falta ni decir que la situación actual es muy distinta. No necesariamente por el hecho de que las las franquicias campen a sus anchas en las carteleras, sino porque estas, conscientemente, no traen nada nuevo a un espectador aletargado que quiere comerse el sándwich de siempre con un pan ligeramente más o menos tostado. Sin sorpresas de ningún tipo: si llevo seis películas de gente corriendo por una isla perseguida por dinosaurios, quiero que sean siete.
Claro que hay sagas que tratan de ir más allá y no blindarse ante la creatividad. ‘Misión Imposible’, ‘M3GAN’ o, a su manera, ‘Thunderbolts’ han tratado de desafiar las expectativas rompiendo con el «más de lo mismo». Más, sí. De lo mismo, solo en parte. Pero la mayoría de las películas de sagas, fabricadas hoy en día por una junta repleta de asesores y en las que la libertad de guionistas y directores queda reducida al mínimo, son un simple soniquete reconocible donde prometen a un público aletargado que no habrá giros de guion ni sobresaltos: será la misma película que ya has visto (a veces, incluso en decenas de ocasiones), contada otra vez.
Para mí, el caso más flagrante con el que me he encontrado este año ha sido ‘Jurassic World: El Renacer’, una película que tiene los mimbres para hacer algo nuevo (un «renacer», al fin y al cabo) pero enseguida vuelve a caer en los mismos tópicos que las seis entregas anteriores. Personas en una isla repleta de dinosaurios escapando de dichos dinosaurios, una y otra vez, pero sin la clase y el estilo que Steven Spielberg supo dar a su obra maestra original, convirtiéndola en un pastiche previsible hasta el extremo e incluso aburrido. ¿Hasta qué punto queremos seguir viendo una saga de películas donde las escenas son intercambiables entre sí, con un estilo visual enmarcado continuamente en «Me gustaría ser Spielberg»?
Dinosaurios y escapar, todo es empezar
Reconozco que no me he sabido adaptar del todo a los nuevos tiempos del cine. Me encanta cuando desde Hollywood hacen una secuela y es totalmente original, ya sea visualmente o gracias a un guion que se atreve a hacer virguerías, y las películas originales son el único mantra que me queda para convencerme de que, pese a todo, las cosas van a ir bien y hay gente queriendo contar sus propias historias. No estoy en contra del cine de puro entretenimiento, ni muchísimo menos, pero siempre que tenga sentido. Cuando estás viendo el mismo entretenimiento por séptima vez, sintiendo que te tratan como a un bebé reaccionando al sonido de un manojo de llaves, es normal pedir algo distinto.
‘Jurassic World: El Renacer’, por ejemplo, empieza poniendo unas ideas sólidas e interesantes sobre la mesa. Personalmente, estaba fascinado con la idea de que los dinosaurios hayan pasado de moda y ahora solo sean una molestia más: hay muchísimas ideas ahí, infinitos hilos de los que tirar para hacer una alegoría de la situación actual del entretenimiento o las modas que vienen y van. Sin embargo, en cuanto empieza la aventura, se acaban los matices. Sí, ahora las víctimas son distintas, pero las set pieces (salvando un par fantásticas cogidas directamente de la novela de Michael Crichton) son clónicas.
No quiero pecar de iluso: entiendo que es lo que el público general quiere ver para sentirse en una eterna red de seguridad. Has pagado la entrada, sí, pero no puedes salir decepcionado porque es exactamente lo que creías que ibas a tener. Se ha instalado entre los espectadores una continua necesidad de defender la mediocridad con uñas y dientes: lo que antes era un producto directo a vídeo o un vergonzoso sacadinero, ahora es el centro de gravedad de la taquilla mundial. Con efectos visuales de altísimo nivel, por supuesto, y años de preparación tras pasar por varios comités que comprueben que se ajusta a la viabilidad de la marca, el target, los acuerdos publicitarios y asegurarse de que vaya a conseguir la calificación por edades acordada. Nada dice «diversión» como «comités reguladores», ¿verdad?
No estoy diciendo que no te pueda gustar ‘Jurassic World: El Renacer’ o que haya un «cine de primera» y un «cine de segunda». No hay elitismo, porque las películas están para ser disfrutadas. Lo enfoco como un problema meramente personal: no puedo disfrutar cuando vivimos en un día de la marmota audiovisual continuo, donde las mayores diferencias son las caras de los actores y un par de detalles de dirección. Hay, por suerte, miles de alternativas a las películas mainstream, cine que sale de las entrañas, que no pasa por juntas de accionistas, que no va a ser un éxito de masas bajo ninguna circunstancia (quizá después, en streaming). Que mantienen la llama viva.
Pero es imposible no mirar la taquilla de hace treinta años y la actual y no preguntarse qué demonios ha pasado, por qué ahora nos conformaríamos con ‘Viernes 13, parte VII’ en lugar de tratar de disfrutar con nuevas historias contadas por gente con algo que decir. Supongo que cuando estrenen la octava parte de ‘Parque Jurásico’, el público seguirá ahí. Quizá para entonces la IA ya se habrá hecho con los blockbusters regurgitando la misma idea una y otra vez con pequeñas distintas variaciones. Adormecidos como estamos, ¿alguien duda del exitazo?
En Espinof | Las mejores películas de 2025