Ni siquiera raparse la cabeza para La teniente O’Neil consiguió darle la vuelta a una situación tan habitual en un Hollywood, el de hace tres décadas, ansioso de caras nuevas a las que no tenía ningún problema entonces de destruir tras exprimirlas. En el 96 ya se aproximaba Demi Moore a los entonces fatídicos 35 y empezó un declive que la industria parecía estar esperando mientras se frotaba las manos. La actriz pasó a poner voz a personajes como Esmeralda, en El jorobado de Notre Dame, o la segunda parte de Los Ángeles de Charlie, ya en 2003. Entre medias, Moore entró en el universo de Woody Allen en Desmontando a Harry, un movimiento que se entendió como la redención de una actriz que se hizo conocida en los años valle de su popularidad como una estrella que exigía altos sueldos que ya nadie estaba dispuesto a pagar.
Después, llegaría el paso de Demi Moore a las películas más independientes. La actriz ya no era la mejor pagada y pasaba a ocupar las páginas de las revistas por su relación con un actor quince años más joven, Ashton Kutcher. Su matrimonio con Bruce Willis terminaba en 2000, pero de él nacían Rumer, Tallulah y Scout, sus tres hijas y quienes han decidido seguir su camino en el mundo de la actuación. De hecho, Moore ocupaba la portada de Vanity Fair en 1991 embarazada de una de ellas, Rumer, dando lugar a una de las fotografías más icónicas de la época firmada por Annie Leibovitz. Su relación con Willis se ha mantenido envidiable hasta el día de hoy, cuando el actor se enfrenta a una demencia frontotemporal que se le diagnosticó en 2023. La pareja ha seguido manteniendo una amistad durante las últimas dos décadas.
Ha sido 2024 el mejor año de los últimos que ha vivido Demi Moore a nivel profesional. Arrancaba con su papel de Ann Woodward en Capote VS. The Swans. Uno de los cisnes a los que el escritor le hacía la vida imposible se convertía en su comienzo de un año espectacular que continuaba en el Festival de Cannes, donde presentaba La sustancia –en cines españoles a partir del 11 de octubre–. El último filme de Coralie Fargeat es una fábula de terror sobre una presentadora que pasados los 50 se enfrenta a la tiranía de la imagen en Hollywood y se ve apartada de su profesión ante las cámaras. La propia Moore vivió eso en 2021, cuando todos los medios pusieron la lupa sobre un rostro que se vio por primera vez en un desfile de Fendi en la Semana de la Moda de Milán. Ahora, tres años después de aquel episodio, la actriz puede decir que vuelve a ocupar el lugar que le corresponde tras el estreno de un largometraje que ya es uno de los títulos del año.
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