Durante los años setenta, ochenta y primeros de los noventa, bastaban unos minutos junto a Manuel Rivas Pastor (Jaén, 1960; sevillano de adopción) con un tablero en el medio -o incluso sin él, hablando a ciegas de cualquier partida o posición- para entender que su talento era descomunal; el de uno de los mejores ajedrecistas españoles de la historia, sin duda alguna. Los embates de la vida se tradujeron en una mala salud que le fue apartando del ajedrez de competición; y aunque hubo un retorno (hasta 2010), su carrera fue mucho menos brillante de lo que ese gran talento merecía.
La partida de este vídeo es un ejemplo magnífico de ello, e ilustra claramente por qué incluso los jugadores de élite mundial —como su rival en ella, el temible Jonathan Mestel— tenían muy claro que Rivas podía ganar a cualquiera de ellos en un buen día. La forma en que el gran maestro andaluz conduce su ataque al rey (y la gran belleza de diversos lances) sólo está al alcance de los virtuosos.