La geometría del tablero del ajedrez, con sus diagonales, verticales y horizontales, es la base de algunos finales artísticos de especial belleza, ya sea por cómo un rey puede alcanzar una casilla sin recorrer lo que a primera vista parece el camino más corto o, como en la maravilla que se explica en este vídeo, convirtiendo los peculiares saltos del caballo en un arte refinado.
Además, en este caso concreto, el artista merece reverencias porque es uno de los mejores y más prolíficos de la historia. El ruso Alexéi Troitzky (1866-1942) produjo más de ocho centenares de finales artísticos, y recibió innumerables premios y distinciones. De hecho, su obra real fue aún mayor, pero buena parte de ella pereció con él -murió de hambre-, cuando los nazis sitiaron Leningrado (la actual San Petersburgo). Por fortuna, la inmensa mayoría de sus creaciones son inmortales.