El Sònar ha cerrado 2025 con un récord de asistencia a pesar del boicot por su venta al fondo proisraelí KKR. La organización ha contado 161.000 espectadores, frente a los 154.000 de 2024. Pero, ojo, el aumento se debe a la subida de espectadores del Off Sònar y el Sònar Week (42.000 en 2025, 34.000 en 2024). Sin embargo, hay que indicar que el Sònar de Noche ha aumentado poco (de 66.000 a 66.500 asistentes en esta edición), y que la asistencia al Sònar de Día ha bajado: de 54.000 asistentes en 2024 a 52.500.
En conclusión: el boicot ha calado más entre les artistas que entre el público. Ayer canceló en último momento Samantha Hudson, que tenía que presentar el sábado su espectáculo ‘Casa de muñecas’. En un Stories de su Instagram explica: “Después de una larga y profunda reflexión, he tomado la decisión de cancelar mi participación en el festival. No encontraba sentido llevar a cabo mi espectáculo en un contexto tan doloroso y complejo. Seguir adelante me resulta imposible por no ser fiel a lo que siento. No pretendo hacer un juicio moral, pues valoro profundamente los cambios que el equipo de Sónar ha realizado (…) y considero que la postura de continuar en el cartel es válida (…) Condeno el genocidio y la limpieza étnica que el gobierno de Israel está llevando a cabo en Palestina y manifiesto mi rechazo hacia KKR”. La artista también ha cancelado su presencia en el FIB.
Este sábado 14 hay convocadas concentraciones en 125 ciudades españolas bajo el lema «¡Basta! Paremos el genocidio en Palestina». La de Barcelona comienza a las 18h y ha de transcurrir entre Plaça Universitat y Plaça Sant Jaume. De camino a la Fira, cambio de idea y decido unirme a la manifestación. A pesar del calor infame, se congregan más de 18.000 manifestantes según la Guàrdia Urbana, 25.000 según los organizadores. Hay montones de familias, asociaciones y gente de diverso pelaje, incluidos asistentes al Sònar (alguno detecto). Hay tanta gente que, a las 18:45, el grueso de los manifestantes aún no ha salido de Universitat. Y la manifestación tendrá que acabar en la plaça de la Catedral ante la imposibilidad de poder entrar en la Plaça Sant Jaume.
Cuando llego al recinto de Plaça Espanya, Yerai Cortés está ya en el último tramo de su concierto ‘Guitarra Coral’ y el Hall está a rebosar. Así que lo sacrifico. Mis contactos me explican que ha sido muy emotivo, que hay gente que ha llorado. Que en un momento han apagado la luz y han vuelto todos los artistas con pañuelos palestinos. Al menos, logré ver este mismo espectáculo en el pasado Monkey Week. Aprovecho para visitar la instalación ‘Lux Mundi’, que muestra una experiencia inmersiva de las pinturas del ábside de Sant Climent de Taüll con música de Tarta Relena. Y la casualidad me regala uno de esos raros momentos mágicos que te reconcilia con el festival: al poco de entrar yo aparecen las Tarta Relena. Durante 10 minutos serán sus hermosas voces en directo, y no la grabación, las que nos acompañen en este viaje audiovisual al románico catalán. Embelesador. Y, me reitero, mágico.
La gran cita de la jornada, quizás del festival, es el encuentro en la cumbre entre Suzanne Ciani, la histórica pionera de los sintetizadores y Actress, el productor de techno británico. Dos generaciones, dos modelos de entender la electrónica, que logran empastarse de manera increíble en su proyecto ‘Concrète Waves’. Sentados frente a frente en una gran mesa, actúan como aplicados orfebres del ruido. Su único adorno, los rayos de luz que acompasan su música. No se sabe quién propone qué: si Actress los ritmos y bpm, si Ciani el ambiente sonoro. Aquí hay latidos de animal tenso, peligro y paisajes sonoros, que me remiten al metro o a la selva. A paisaje urbano que vira a febril oficina con derrapes de guitarras hasta acabar convertido en la BSO de ‘Metrópolis’. Cada vez van subiendo el volumen, los latidos. A Suzanne se la ve exultante, sonriente. Actress está más serio y concentrado. Hay ritmo de bombardeo, los haces de luces bombardean también. Se calman un poco, como una nana con los bpm desbocados. Acaban rítmicos. Bailables. Marchan agradecidos, y tan aplicados como aparecieron.
Enseguida tomo el bus para ir a Sònar de Noche y ver qué se cuece. Parece que entre el público hay mucho menos activismo por aquí. También hay que decir que entre la marea humana y la semipenumbra que reina muchas veces en el recinto, es más difícil hacer valoraciones generales. Además, la rama nocturna del festival siempre ha cargado la fama de arrastrar a un público hedonista, dispuesto a la fiesta, pero indiferente a las propuestas concretas y a las preocupaciones. A las 22h horas el escenario Club espera holgado la presencia de Nathy Peluso. Pero a medida que transcurre el concierto, se pone a reventar. Nathy no hace ninguna declaración fuera de lo que son las expresiones normales de un concierto. A no ser que entendamos llevar una camiseta que luce un gigantesco “Christian Dior” como proclama política, claro.
Su show es el mismo que se pudo disfrutar en Mallorca Live, sólo que aquí la cortina es roja en vez de azul. Y que a Nathy se le ve un plus de motivación extra por jugar en casa. El espectáculo es ella. Los audiovisuales que representan una película o los tres bailarines que van apareciendo en algunas canciones no la opacan. Juega su papel de diva triunfadora que se muestra solvente en el bolero tirada por el suelo (‘Envidia’), pero que brilla en la salsa de ‘Mafiosa’ y ‘Puro veneno’. También juega al hip-hop en su coreadísima sesión de BZRP #36. Nos dice qué bonito el amor y la energía, antes de sonar a lo Miami Sound Machine con ‘Buenos Aires’, mientras luce bien de divaza con melena al viento. El cierre es con ‘Vivir así es morir de amor’, un tanto descafeinada, aunque esta nos la sabemos todes. Peluso es una ganadora y está claro que la única bandera que está dispuesta a ondear es la suya, la de ‘Grasa’.
Los que no se cortan son los españoles T.Modet & Carlotto Rose en Sonar Pub. Su set de breakbeat acaba con una pegadiza coda como de videojuegos, mientras se suceden los mensajes en pantalla: Fuck all the politicians. Fuck Colonialism. Fuck capitalism. Fuck KKR. Y sobre todos, uno que se repite una y otra vez: Free Palestine. En comparación, los franceses Polo & Pan dan espumita, como si estuviéramos en verano de 2001 y todo fuera bien. Los dos van guapos, trajeados de blanco, repartiendo french touch liviano, pero que entra suavísimo. Las luces y las proyecciones son muy bonitas y sugerentes. Para acabar de aliñar, se les une una cantante-bailarina retrofuturista. Ellos están manipulando muchos teclados y botoncitos de manera diligente, que siempre da mucho juego. Acaban cantando ‘Ani Kuni’ y dirigiéndose al público como animadores de un resort. Ligeros e intrascendentes.