No es ninguna novedad que el tartán regrese con fuerza cuando llega el frío. El estampado otoñal por excelencia tiene su origen en la antigua Escocia, donde se utilizaba en mantas tejidas en lana para protegerse del frío. Con el tiempo se convirtió en la seña de identidad de los clanes escoceses, que variaban el patrón para diferenciarse.
En el terreno fashion, el tartán ha pasado por todas las fases: de coronarse como emblema del movimiento punk en la década de los 70 a convertirse en uno de los patrones por excelencia de la estética preppy. En el ámbito decorativo, sin embargo, está estrechamente ligado a un estilo rural y campestre, siempre asociado a los interiores alpinos en época navideña. De ahí que cuando el otoño se acerca, los cuadros invaden textiles, menaje y demás accesorios para el hogar.
Así, noviembre a la vuelta de la esquina, los catálogos de las principales firmas de decoración están plagados del estampado tartán. De mantas de lana que aporten todo el confort a una tarde de lluvia a platos que protagonizan una mesa de temática navideña o textiles de cocina con los que dar un cambio –fácil y rápido– una estancia, en ocasiones, olvidada. No nos escondemos: hemos vuelto a caer rendidas al estampado de cuadros.