El tiempo que hay que caminar cada día para hacer frente a la genética del peso
Sí, la genética influye en la obesidad y en la tendencia a engordar y, aunque todo lo que tiene que ver con la genética es imposible resumirlo en solo un artículo, parafraseamos a la farmacéutica y nutricionista Boticaria García para hacerlo de forma sencilla. “El grado en que la genética influye en la obesidad es diferente para cada persona. Y aquí es donde empieza el carajal porque hay estudios para todos los gustos y colores. En general, se calcula que la genética puede contribuir entre un 40 y un 70 por ciento al riesgo de desarrollar obesidad. Es decir, se sabe que influye, pero no cuánto”, cuenta la experta en su archiconocido libro Tu cerebro tiene hambre y añade otra frase más para cerrar la explicación de forma fácil. “No existe un gen de la obesidad, pero sí un puñados de genes que, dependiendo del entorno y de nuestro estilo de vida, pueden influir en el riesgo de padecerla”. Está claro que esa tendencia a engordar heredada marcada por la genética está ahí y no es fácil de dirigir, pero según confirma la Escuela de Salud de Harvard, se puede influir en ella, entre otras cosas, caminando. Tal y como se explica en una de las newsletters de este organismo norteamericano, uno de los “sorprendentes beneficios de caminar” es precisamente ese. “Caminar contrarresta los efectos de los genes promotores de peso”, afirman. Y hacen referencia a estudio que llegaron a cabo sus investigadores en el que observaron 32 genes que promueven la obesidad en más de 12.000 personas para determinar cuánto contribuyen realmente al peso corporal. Y fue ahí cuando descubrieron entre los participantes que caminaron una hora al día, que los efectos de esos genes se reducían a la mitad.
Más paseos de una hora y menos televisión (y móvil)
Al hilo de todo lo anterior, en la publicación Science Daily se hace referencia a unas investigaciones de 2012 de la Asociación Estadounidense del Corazón en las que se comprobó, además, que el sedentarismo y, concretamente ver la televisión, tiene un efecto en el índice de masa corporal de las personas con predisposición genética a engordar. “En nuestro estudio, una caminata diaria de una hora a paso ligero redujo a la mitad la influencia genética hacia la obesidad, medida por las diferencias en el IMC. Por otro lado, un estilo de vida sedentario marcado por mirar televisión cuatro horas al día aumentó la influencia genética en un 50%”, explicó Qibin Qi, uno de los autores de dicha investigación.
Caminar es el mejor consejo que le puedes dar a un amigo
Por cerrar el círculo –y nuestro particular manifiesto en favor de los beneficios de dar largos paseos diarios para favorecer la salud en general y para cuidar el peso en particular–, haremos mención a la respuesta que Martine Duclos, endocrina e investigadora, da al doctor Olivier Courtin-Clarins en su libro Guess my age if you can, cuando le pregunta cuál es el consejo que daría a un amigo que no disfruta con el ejercicio físico. “Camina al menos 30 minutos al día y reduce la cantidad de tiempo que estás sentado (el promedio está entre 8 y 12 horas). Porque desafortunadamente los beneficios de hacer deporte y practicar actividad física decrecen, e incluso desaparecen, si estás pegado a tu silla”, afirmaba. Amén.