La cantautora mexicana Silvana Estrada enamoró al mundo primero con su EP ‘Primeras canciones’ (2018), y después con su debut ‘Marchita‘ (2022), que le valió un Latin GRAMMY a Mejor Artista Revelación (lo compartió con la ya fallecida Ángela Álvarez). Nacida en Veracruz, en el seno de una familia de laderos, Estrada desarrolla desde temprana edad una sensibilidad especial para componer y cantar, que le lleva con ‘Marchita’ a tocar por todo el mundo.
Canciones como ‘Ser de ti’ o ‘Te guardo’ encandilan a un público cada vez más numeroso, pero el agotamiento de las giras y, más tarde, la tragedia de perder a su mejor amigo -asesinado en 2022- llevaron a Estrada a refugiarse en el hogar. A partir de estas experiencias, Estrada compone su segundo álbum, ‘Vendrán suaves lluvias‘, que habla de recobrar la esperanza poco a poco.
Cuando tengo ocasión de hablar con Estrada por Zoom hace días, la artista está a punto de tocar en la Plaza Mayor de Madrid acompañada de una orquesta y, además, acaba de grabar su sesión en el famoso Tiny Desk. Hablamos de su nuevo disco, su trabajo como productora única del proyecto, los arreglos de Owen Pallett o su relación con la nostalgia.
Tocas en la Plaza Mayor de Madrid con una orquesta. ¿Cómo es gestionar un concierto de liceo al aire libre?
Es complicado a nivel de producción, pero estoy acostumbrada a trabajar con cuerdas. Vamos a tener a la Orquesta de Cámara Reina Sofía. Siempre es un reto tener cuerdas al aire libre, pero el universo orquestal me encanta. Mis papás construyen instrumentos y crecí enamorada de las cuerdas frotadas, así que estoy muy emocionada. Cuando termine esta llamada me voy al ensayo. Estoy feliz de tocar con estos musicazos.
¿Cómo te sientes en estos días antes de publicar tu segundo disco? ¿Es un nuevo comienzo o una evolución?
Lo siento como un nuevo comienzo; siento que dejé algo atrás, he cerrado un círculo y estoy empezando otro. Estoy con el corazón abierto a las cosas que vienen y a las sorpresas que este disco trae guardadas. Me siento más preparada que con el primer disco, con mis golpes y raspaduras.
El título de ‘Vendrán suaves lluvias’ viene de un poema de 1918. ¿Cómo lo descubres? Es curioso el paralelismo con la época actual: pandemia, guerras…
Leí este poema a los 12 años porque aparecía en un cuento de Ray Bradbury, y durante años pensé que el poema lo había escrito él. Cuando estaba escribiendo ‘No te vayas sin saber’, se me apareció la imagen de las suaves lluvias, me acordé de este cuento, busqué en internet y descubrí que era de Sara Teasdale y mucho más antiguo de lo que pensaba. Me cautivó el símil de nuestra época con la suya, y después no lo pensé demasiado. Me gustaba la idea de la suavidad en momentos tan duros como los que pasé mientras creaba este disco, la idea de una esperanza pequeña. Teasdale también vivió una pandemia y la desesperanza después de la guerra, y en el poema propone una esperanza brutal. Está diciendo que, aunque la guerra destruya a todos los seres humanos, aún vendrá la primavera, porque volverá a salir el sol y los pájaros cantarán igualmente.
Pierdes a tu mejor amigo en 2022, pero el disco no suena oscuro o especialmente triste. ¿Hasta qué punto era importante para ti esperar a sanar para empezar a escribir este álbum?
En el disco canalizo varias tragedias a través de la composición, porque las letras son muy tristes, pero mi manera de ser me pedía aligerar mis penas. En ese sentido, las letras tristes están cubiertas por sonidos más alegres y abiertos. Es un disco muy luminoso que, si lo escuchas de una sentada sin prestar atención, puede sonar casi a celebración. Eso es deliberado, es algo que me interesaba: buscaba exponer mis dolores, pero sin dejar de celebrar la vida.
Después de la tragedia de mi amigo, me tomó un tiempo volver a querer escribir. Además, en esa época llevaba tiempo de gira, no paraba de trabajar y estaba quemada: la salud mental se me fue al suelo. Perdí la conexión conmigo misma, pero durante el proceso de tres años del disco la recuperé, desde un lugar bajito, a nivel de intuición. Me tomé mi tiempo para defender las canciones desde un lugar en que estuviera bien y sana, y en que pudiera hacer un trabajo del que estuviera orgullosa.
«Después de la tragedia de mi amigo, y del burnout de las giras, la salud mental se me fue al suelo»
¿Por qué decides producir el disco sola?
Forma parte de esta búsqueda de conexión, porque me sentía muy desconectada pero a la vez presionada de tener que sacar un nuevo álbum. El fantasma de la industria siempre estaba acechando. En mi afán de apurarme, decidí trabajar con productores, pero eso no fluía. Me sentía insegura, pero los productores me instaban a tomar decisiones, y yo no necesitaba certezas, sino espacio para dudar y reflexionar. El productor está para resolver nudos, apurar el proceso, es consciente de los tiempos y los costos, pero yo necesitaba generar un espacio diferente al habitual.
¿Ya sabías producir o aprendes con este disco?
No sabía. Soy mucho de aprender en el camino, así aprendí a escribir canciones o a hacer giras. Mi vida es aprender haciendo y fingiendo que sé hacer cosas (ríe). Me gustaría tener más conocimientos, pero defiendo la inocencia del no saber porque descubres cosas que el saber a veces te impide aprender, ya que te pone reglas. Te reconecta con el niño interior que está ahí resolviendo problemas como puede, pero a la vez de manera muy lógica. De todas formas, me queda mucho por aprender y no sé si me atrevería a producir para otra persona.
Como productora de este disco, ¿en qué momento las canciones pasan del papel a ser adornadas con tanto arreglo? ¿Cómo encuentras el equilibrio?
Para mí es muy intuitivo. Fue importante establecer como premisa que lo primero era la canción y por detrás el arreglo y la producción. La canción tenía que ser inmediata, y defendía la inmediatez de estas canciones, que son muy íntimas y generan mucha empatía. Si tuvieran demasiada producción, ese espacio de intimidad se pierde. Quería defender la conexión sagrada entre la canción y la escucha. Después, el ejercicio ha sido ver hasta qué punto se podía estirar la producción sin que la canción se resintiera. En el disco hay canciones de guitarra y voz, pero otras con orquesta y arreglos grandes. La manera en que me di cuenta fue: cuando cerraba los ojos y la canción no me atravesaba el corazón, me daba cuenta de que estaba pensando demasiado con la cabeza y no con el corazón. Luego también le mostré canciones a mucha gente y seres queridos, que me daban buenos consejos.
¿Recuerdas algún consejo inocente que te diera un ser querido?
Natalia Lafourcade, cuando le enseñé por dónde iba el disco, me dijo que hiciera canciones generosas: no te olvides nunca de la gente, que la gente pueda entrar a la canción. Se refería a no complicar demasiado las cosas, a tener el ojo en hacer canciones que la gente pueda entender y sentir. En mi caso, mi búsqueda es conectar, no tanto intelectualizar.
Otro consejo lindo que recibí fue de mi novio, él no es músico y me dijo: tu voz es más linda cuando está sola, no necesita más cosas… Eso me dio confianza para dejar ciertas canciones con guitarra y voz.
«Natalia Lafourcade me aconsejó que escribiera canciones generosas, que la gente pueda entender y sentir»
¿Hacer un disco con más arreglos y orquesta era para ti la evolución lógica?
Siempre quise grabar con orquesta y hacer un disco así, y nunca tuve el acceso: grabar con orquesta es caro. Mi primer disco fue completamente indie y pidiendo muchos favores. Con este estaba como una niña en una tienda de caramelos, y quise empezar a hacer tanto que me di cuenta de que estaba perdiendo la inmediatez de las canciones. Fue como meter en una licuadora todas las cosas que quería hacer desde hacía tiempo. La idea de querer hacer un disco de cierta manera te hace sufrir porque piensas en los otros. No quería trabajar con ninguna “agenda”, sino hacer lo que se sentía bien. Entrar a un proyecto intentando complacer un concepto de avanzar y crecer me parece la receta para sufrir.
Owen Pallett hace arreglos en este disco. ¿Cómo ha sido trabajar con él?
Owen es increíble, es de las personas más bonitas del mundo. Trabajar con él es un viaje porque es muy inteligente y rápido, pero a la vez súper sensible y cuidador. Con Owen te puedes acercar y crear sin prejuicios, le puedes pedir lo que quieras. El arreglo de ‘Flores’ está basado en notas de voz que yo le mandé. Owen tiene la humildad y generosidad de tomar estas melodías y decir: perfecto, porque lo que tú quieras es lo que va a hacer funcionar este disco. Esto parece muy lógico, pero no pasa con todo el mundo; hay gente que dice: es mi arreglo o nada. Owen y yo nos conocimos un día en Montreal, nos fuimos a comer unas almejas y a tomar vinos; ese mismo día le propuse que arreglara temas para mí y al día siguiente ya estábamos mandándonos canciones y referencias, sin parafernalias de ningún tipo. A pesar de ser un arreglista gigante, es una persona súper humilde que se dedica a la música por amor al arte.
«Owen Pallett es muy inteligente y rápido, pero a la vez súper sensible y cuidador»
El título apunta al futuro, pero la gente cuando busca reconfortarse se aferra a la nostalgia del pasado. ¿La música depende demasiado de la nostalgia hoy en día?
La nostalgia lo ocupa todo, incluso el cine. A mí me gusta la nostalgia porque es reconfortante, pero también me gusta el vértigo del futuro y de lo inesperado. En la música siempre me interesa el presente; me emociona involucrar cosas en mi música que tienen que ver conmigo, en el ahora. El pasado me trae nostalgia, pero me emociona más el futuro y mirar hacia adelante. Dar espacio a lo nuevo me parece importante. Creo que la imaginación tiene mucho que ver con el futuro y que todos deberíamos imaginar más. Yo crecí sola en el campo y tengo una relación muy fuerte con mi imaginación; esta me acerca más a lo desconocido y hacia lo nuevo que hacia lo viejo.
Tu Tiny Desk se estrena ya. ¿Cómo fue la experiencia?
Fue increíble. El Tiny Desk es uno de los acontecimientos del presente que confronta mucho a los artistas, porque en el Tiny Desk no hay monitoreo ni autotune. Es refrescante ver a artistas enormes de urban enfrentarse a la cero parafernalia. Es todo en vivo, no hay in-ears: estás cantando a viva voz a un grupo de personas en una oficina. Es súper retador, es fuerte y hay que estar mentalmente preparado para hacerlo.
«Con Tiny Desk, es refrescante ver a artistas enormes de urban enfrentarse a la cero parafernalia»
¿Has podido ver tu actuación antes de que se estrene?
No te lo enseñan, lo veré cuando se estrene. La sensación que me quedó es que quedó muy bien. Yo ya hice un Tiny Desk durante la pandemia, el Tiny Desk from Home, pero quería ver el escritorio real. Ha sido increíble: estaba Owen Pallett tocando la spalla, una viola grande rarísima, nadie sabía qué era, y existen unas 50 en el mundo. Además, estaban -entre otros- los Westerlies, que es una banda de alientos neoyorquina que toca increíble y también forma parte de mi ensemble. Fue una fiesta, lo pasé muy bien.
