La obra de Weyant combina elementos autobiográficos con un simbolismo que bebe por igual de la historia del arte y de la cultura pop, donde conviven el claroscuro dramático de la pintura barroca y el detalle meticuloso de los maestros flamencos de los siglos XVI y XVII. En sus tonalidades y temas casi barrocos resuenan ecos de Tamara de Lempicka, del Magritte primitivo y sus paisajes surrealistas, o de las mujeres de John Currin, junto a guiños a Zurbarán o a los audaces autorretratos de Sarah Goodridge. Pero su universo visual va más allá: lo mismo dialoga con la ironía de la cultura pop –y nos encontramos en sus lienzos las flores Daisy de Marc Jacobs– que, con el glamour perturbador del cine de David Lynch, e incluso incorpora la economía gráfica del cómic y la caricatura.
Algo que tuvieron en cuenta desde el Museo Thyssen: “Lo maravilloso fue que el equipo del museo acudió a mí con sugerencias iniciales. Echaron un vistazo a su colección y consideraron obras que creían relevantes para la exposición. Su selección fue estupenda: había obras y artistas con los que estaba familiarizado y otros que conocía por primera vez”, revela Weyant, como es el caso de Christian Schad, de quién Weyant “ni había visto nunca este retrato de 1928” o la cercanía que le une a Balthus: “El juego de cartas, de Balthus, es una obra con la que estaba muy familiarizada. Siempre me ha gustado y la he estudiado en la escuela. Me encantan la nitidez y la angulosidad, las expresiones y el modo en que la narración y las figuras se sitúan en primer plano del lienzo”, cuenta. “Hay tanto en juego y el enfoque único del artista para contar historias es tan convincente. Este periodo de la obra de Balthus –finales de la década de 1940– ha tenido una enorme influencia en mí, y me encantó que el museo estuviera interesado en prestarlo para la exposición”.
La exposición da cuenta de la evolución en la pintura de Weyant, y muestra su deriva desde los tonos sepia y pardos que denominaban su paleta en sus primeros lienzos, para continuar buscando tonalidades barrocas y más oscuras, un detalle que podemos en observar en obras casi tenebristas como That’s All Folks (2024). “Esta exposición es una experiencia nueva para mí; la única comparable fue la maravillosa monografía de mi obra que se publicó en 2023. Todas mis exposiciones anteriores han presentado conjuntos de obras realizadas a lo largo de uno o dos años”, cuenta Weyant. “Por lo general, las obras se relacionan entre sí de algún modo y están sincronizadas, y yo no estaba muy segura de cómo se compaginarían obras de distintos periodos. Pero el museo ha hecho un trabajo magnífico, y creo que la incorporación de los cuadros de su propia colección ayuda a dar cohesión a toda la exposición”.