Catherine Zeta-Jones nunca ha sido un icono de estilo. O bien porque no ha podido, o, lo más probable, porque no ha querido. Sus habituales fluctuaciones estéticas (tan a gusto parece sobre la alfombra roja embutida en un vestido rosa de Thierry Mugler, como en un diseño floreado de Michael Kors, en la recepción el día previo a su boda con Michael Douglas en noviembre del año 2000) corroboran un gusto variopinto que la galesa disfruta experimentando cada vez que tiene ocasión. Algunos cuestionarán su criterio, pero lo cierto es que hay que ser muy valiente para ponerse siempre lo que te venga en gana. Mucho más si el exceso se realiza frente a los focos. “Esa es mi forma de entender la moda. Piezas clásicas a las que les añado algo de historia. Tienen que significar algo”, explicaba Jones en las páginas de Vogue USA hace tres años.
Catherine Zeta-Jones during en 1999 en los premios MTV Movie Awards con vestido lencero de UngaroGetty Images
Ahora, con el estreno de Miércoles, -la ficción de Netflix en la que da vida a Morticia Addams- la intérprete ha adoptado la estética **goth girl summer **como propia. Una decisión estilística con la que lleva más allá de la serie el vestuario de su personaje, al igual que otras estrellas del reparto como Jenna Ortega, y que ha dado lugar a un repertorio de looks oscuros a lo largo del tour de prensa.
Aunque en su guardarropa cuelgan diseños de Badgley Mischka, Zuhair Murad, Christian Lacroix (su vestido de novia se lo diseñó el creador francés), Gucci y, sobre todo, Versace, firma que ha repetido en numerosas ocasiones en eventos varios. “Siempre le digo a mi marido que estoy limpiando el armario, pero es mentira. Soy una gran ‘acumuladora’ pero en el mejor sentido. Hace años solía pensar, nunca voy a regalar nada por si tengo una hija. Gracias a dios tuve una hija que es una fashionista y a la que le encantan todas mis cosas”. En este armario fabuloso seguro descansa también el vestido lencero con el que acudió a los premios MTV Movie Awards de 1999. No es habitual ver a la actriz galesa con diseños vaporosos (ella es más de un buen corsé, como los que lució en La Máscara del Zorro). Mucho menos con uno tan etéreo y delicado. Firmado por Emanuel Ungaro (el mismo que diseñó el traje de novia de Eugenia Martínez de Irujo), la creación en cuestión mezclaba todos los elementos imprescindibles en un buen vestido-camisón: raso, encaje y unos bordados de lentejuelas (esta vez en forma de flor), que eleven esa prenda ‘para dormir’ a los altares de la alfombra roja. En su tónica habitual de ‘hago lo que quiero’, Jones combina este diseño con unas sandalias plateadas (¿cuándo no funcionan un buen par de sandalias de tiras?) y un bolso Baguette de Fendi, con lentejuelas bordadas. Un icono actual que Silvia Venturini Fendi había puesto en el mapa en 1997, tan solo dos años antes de que la actriz lo pasease por California.
Con una madre costurera –“Recuerdo la máquina de coser sobre la mesa de cenar. Siempre estaba trabajando en prendas nuevas y fabulosas, normalmente vestidos sesenteros con silueta en A”–, no extraña la afición de Catherine Zeta-Jones por probar nuevos estilos y tendencias. A esta, la de los vestidos lenceros, tan habitual a finales del pasado siglo (en la memoria de todos está el diseño transparente con el que Kate Moss revolucionó la industria de la moda), se adscriben las propuestas de infinidad de firmas esta temporada estival.