La historia de amor de Elle Fanning con el Festival de Cannes comenzó en 2006, cuando la cinta Babel, de Alejandro González Iñárritu, fue seleccionada como parte de la Sección oficial de ese año. En ella, la actriz dio vida a la hija de Brad Pitt y Cate Blanchett cuando tan solo tenía 8 años y la colocó rápidamente en el punto de mira.
Una década después, y con varios papeles importantes a sus espaldas que le auguraban una buena carrera, volvió a la competición con el terrorífico thriller The Neon Demon de Nicolas Winding Refn, en el que encarnó a una modelo cuyo ascenso meteórico y belleza despiertan celos y codicia. Una interpretación sobrecogedora que la dio a conocer al público y atrajo la atención de grandes directores como Sofia Coppola, con quien volvió a desfilar por la Croisette en 2017 con El seductor. Ese mismo año, se convirtió también en imagen de L’Oréal y fue invitada regularmente a desfilar por la alfombra roja como imagen de la marca.
Hay que decir que su piel diáfana, su cabello dorado y su rostro de muñeca son magnéticos. No en vano fue elegida para prestar sus rasgos traviesos a la princesa Aurora en Maléfica (2014), de Robert Stromberg. Y, en 2019, regresó a Cannes con un papel digno de su talla, el de miembro del jurado que, en esa ocasión, estuvo presidido por Alejandro González Iñarritu.
Una princesa moderna
Pero no ha sido hasta 8 años después de El seductor cuando la actriz se ha vuelto a subir las escaleras del Gran Teatro Lumière para defender una película, aunque la espera ha merecido la pena. De hecho, forma parte del reparto de Sentimental Value, del noruego Joachim Trier, que acaba de ganar el Gran Premio del Jurado de Cannes. Un drama familiar, sensible y ambicioso en el que interpreta a una joven estrella de Hollywood.
Daniele Venturelli