Cuando se anunció que Materialistas se estaba rodando en las calles de Nueva York, muchos pensaron que el segundo largometraje de Celine Song iba a ser una comedia romántica al uso. Quizá salpicada de momentos más reflexivos, como su debut, Vidas pasadas, pero rom-com de las de miradas por las calles de un Manhattan idealizado en el que solo se cruza gente guapa y se enamora. A fin de cuentas, los protagonistas eran Dakota Johnson, Pedro Pascal o Chris Evans. Pero no, la realizadora surcoreana propone algo que no tantas veces se ha visto dentro del género y que llega a las salas de cine españolas el 14 de agosto.
Pero vamos por partes. Lucy, a la que interpreta con maestría Johnson, se dedica a buscar parejas para los clientes que se acercan a una agencia volcada precisamente en eso: emparejar a personas de alto poder adquisitivo en una ciudad donde el mundo de las citas es lo más parecido al infierno. Es la mejor en su trabajo y se niega en rotundo realmente a buscar ella misma alguien con quien compartir su vida (sí, toda esta terminología es profundamente rancia, pero esto es una comedia romántica convencional). El amor no entiende de barreras, así que pronto se verá involucrada en un triángulo amoroso en el que están Harry, un unicornio –un soltero de oro sin taras, vaya– , y John, su exnovio de juventud.
Atsushi Nishijima
Atsushi Nishijima
Y, bueno, lo que empieza siendo una ligerísima comedia romántica que nos devuelve al mejor momento de este género de películas, los 90, pronto se convierte en una película de Celine Song. Hay dos partes muy bien diferenciadas en Materialistas: la de lo pizpireto de Lucy como celestina profesional, sus carreras por las calles de Nueva York, sus entrevistas con potenciales candidatos a formar parte de la base de datos de la agencia para la que trabaja o esas noches en las que sale a cenar con quienes no quiere que se conviertan en intereses amorosos; y la que es profundamente referencial de la historia de la directora.
De nuevo, tal y como hizo en Vidas pasadas, Song ahonda en su propia experiencia personal. Fue durante seis años trabajadora de una agencia como la que aquí se representa y, como bien sabe quien viera en su debut, experimentó el amor en carne propia desde muchos lugares. Se muestra en Materialistas algo que va más allá del chica conoce a chico y además tiene que lidiar con una relación del pasado que parece difícil de cerrar. Sin entrar en los porqués, esa ruptura del pasado de Lucy está muy relacionada con algo profundamente vinculado con el título de la película. Entra en juego la clase y las problemáticas que llevan a alguien que vive en la hipercapitalista Nueva York a tomar decisiones en el terreno amoroso. Y eso es lo más interesante, quizá, de este largometraje, lo que se aleja de lo evidente.
No parece que Materialistas vaya a ser una de las películas que den la sorpresa en los grandes premios, pero sí es una de las cintas que necesitaba el verano de 2025. Grandes nombres, una historia ligera y otra que no lo es tanto para compensar quizá el exceso de frivolidad siempre asociada a los clásicos más comerciales de la rom-com. Todo redondo y con un envoltorio precioso.